_Basado en un reportaje de BBC Mundo_
A veces no es ruido, ni caos. Es silencio interior, es agotamiento emocional. Y no viene de grandes tormentas, sino de ciertas personas que están cerca, y que sin gritar ni dañar abiertamente, terminan drenándote por completo.
La psicología los llama vampiros emocionales. No porque muerdan, sino porque absorben. Son esas amistades, colegas o familiares que exigen atención constante, que solo hablan de sí mismos, que rara vez preguntan cómo estás. Y cuando te das cuenta, ya te quedaste sin energía, sin ganas… sin ti.
La psicóloga Suzy Reading y la periodista Radhika Sanghani explican desde su experiencia cinco claves para manejar este tipo de relaciones. Ninguna suena fácil, pero todas son necesarias:
•Habla con claridad, sin acusar.
•Comunica cómo te sientes.
•Establece límites reales.
•Mide tu exposición.
•Pregúntate qué te deja esa relación.
En sociedades que romantizan el aguante y disfrazan la entrega excesiva como nobleza, decir “esto no me hace bien” puede sonar egoísta. Pero no lo es. Es responsabilidad afectiva contigo mismo. Es aprender que una amistad real no debería dejarte vacío, confundido o pequeño.
Lo más complejo es que estos vínculos a veces no son tóxicos de forma evidente. No hay gritos, no hay traición. Solo hay una constante sensación de que tú das más de lo que recibes, de que cargas lo que no te corresponde, y de que callas lo que te pesa.
Al final, no se trata solo de identificar a los vampiros emocionales. Se trata de no convertirte tú en uno de ellos por vivir desconectado de ti mismo, por no saber pedir, por exigir sin escuchar o por no darte cuenta de cuánto impactas a quienes te rodean.
La energía emocional también se cuida. No todo vínculo se repara. Y no todo lo que desgasta debe mantenerse por cariño, por costumbre o por miedo.
El equilibrio emocional no es egoísmo. Es salud. Es consciencia. Es amor bien entendido.
