InicioSaludSnacks proteicos ultraprocesados: ¿nutrición funcional o moda con riesgos ocultos?

Snacks proteicos ultraprocesados: ¿nutrición funcional o moda con riesgos ocultos?

Fuente: National Geographic

En medio de una creciente ola de productos etiquetados como “altos en proteína”, expertos en nutrición advierten que el auge de los snacks ultraprocesados —como galletas, papas fritas y macarrones con queso empacados— podría estar generando más confusión que beneficios reales para la salud.

¿Cuánta proteína es suficiente?

Marily Oppezzo, experta en nutrición del Stanford Prevention Research Center, afirma que hay una diferencia entre consumir proteína saludable desde fuentes naturales y depender de snacks altamente procesados. Ella sugiere que la recomendación mínima de 0,8 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal es útil para evitar deficiencias, pero “no facilita crecimiento o mantenimiento muscular”; en su opinión, 1,2 g/kg ya sería un mejor punto de partida, y quienes hacen ejercicio intenso podrían necesitar entre 1,6 y 2,2 g/kg. 

El problema surge cuando esos snacks proteicos dejan de ser un plus ocasional y se convierten en la base de la dieta. La principal crítica de los nutricionistas es que pueden desplazar alimentos completos ricos en fibra, vitaminas y otros nutrientes esenciales, como frutas, vegetales y granos enteros. Sanders, investigadora en Carolina del Norte, advierte que estos productos “no son intrínsecamente malos, pero no confiaría en ellos como vía principal para obtener proteína”. 

Riesgos para poblaciones vulnerables

Además, usar estos alimentos como sustitutos de ingredientes más saludables puede generar expectativas poco realistas: muchas personas los ven como equivalentes a una pechuga de pollo solo por la etiqueta de “alto en proteína”, cuando la calidad nutricional completa no es la misma.

Para quienes tienen afecciones preexistentes, como enfermedades renales o problemas del colesterol, estos productos podrían ser especialmente riesgosos si se consumen en exceso. 

La conclusión de los expertos es clara: la proteína es esencial, pero no cualquier fuente sirve. Los snacks proteicos ultraprocesados pueden tener un lugar en la dieta, siempre que no desplacen alimentos integrales ni se conviertan en sustitutos permanentes. La clave está en el equilibrio, no en la etiqueta.