Ese abrazo que le das a tu madre, amigos, hijos, pareja, tienes más impacto del que imaginas. No es solo un gesto de cariño; también puede ser un aliado contra el estrés. Así lo demuestra un reciente estudio publicado en la Revista Internacional de Investigación Ambiental y Salud Pública, que exploró cómo los abrazos pueden regular los niveles de cortisol, la principal hormona del estrés en el cuerpo.
Sí, hay ciencia detrás de esto, la investigación, liderada por la científica Chelsea E. Romney de la Universidad Brigham Young en Utah, se basó en la técnica de evaluación ecológica momentánea (EMA). Durante tres días, 112 estudiantes universitarios recibieron mensajes de texto que les preguntaban si habían abrazado o no en intervalos de tres horas. Además, los participantes proporcionaron muestras de saliva para medir sus niveles de cortisol, tomadas justo al despertar y 30 minutos después.
Menos cortisol, más bienestar
El estudio reveló que los voluntarios que reportaron más abrazos presentaron niveles de cortisol significativamente más bajos a la mañana siguiente. Este fenómeno, conocido como respuesta al despertar del cortisol (CAR, por sus siglas en inglés), sugiere que abrazar podría ayudar a reducir la anticipación al estrés que suele acompañar el inicio de un nuevo día.
Los resultados no solo confirman lo que muchos ya intuían—que un abrazo puede reconfortar—, sino que respaldan científicamente la idea de que abrazar actúa como una señal biológica de seguridad. En otras palabras, al recibir abrazos frecuentes, las personas pueden prepararse mejor para enfrentar los desafíos diarios con más calma y confianza.
Aunque la vida moderna nos empuja a veces a la distancia, este hallazgo nos recuerda la importancia de los gestos afectuosos en nuestra salud mental y física. La próxima vez que te sientas abrumado, tal vez lo que necesites no sea una lista interminable de soluciones, sino un simple abrazo de esa persona que amas.
