InicioOpinionesEl conflicto Haití-República Dominicana: "Un llamado a la diplomacia y la cooperación"

El conflicto Haití-República Dominicana: “Un llamado a la diplomacia y la cooperación”

El reciente conflicto entre Haití y la República Dominicana, desencadenado por el proyecto privado de desviar las aguas del río Masacre, ha generado preocupación a nivel regional.

Más allá de las declaraciones oficiales y el cierre de fronteras, es esencial analizar este tema desde una perspectiva que busque soluciones y resalte la importancia de la cooperación entre ambas naciones vecinas.

En el centro de esta disputa se encuentra un proyecto privado haitiano destinado a beneficiar a empresarios de ese país mediante la captación de agua del río Masacre, que sirve como frontera natural entre los dos países.

El gobierno dominicano argumenta que esta iniciativa viola el Tratado de Paz y Amistad Perpetua y Arbitraje de 1929, el cual prohíbe alterar el curso de los ríos fronterizos. Esta controversia plantea interrogantes sobre cómo se pueden conciliar los intereses económicos y medioambientales de ambas naciones.
El cierre de las fronteras, anunciado por el presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, ¿agudiza la situación?

Es legítimo que el gobierno dominicano defienda sus intereses y principios. Además de proteger a los agricultores y recursos naturales de la zona que se verán gravemente afectados por el interés de un grupito de ciudadanos haitianos.

El presidente Abinader en más de una ocasión ha llamado a la comunidad internacional a ayudar al país más pobre de América Latina, y hasta ahora sus palabras han quedado en el vacío.


Las grandes potencias no han puesto su granito de arena para que esa nación fortalezca su democracia e institucionalidad, las que han desaparecido tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse, el pasado 7 de julio de 2021.

Tras la muerte de Moïse, Haití se encuentra en un túnel sin salida, ha aumentado la violencia impulsada por el auge de las bandas criminales, los secuestros, la anarquía, y los más perjudicados son millones de niños, mujeres, hombres y envejecientes que buscan escapar esa crisis, viendo a República Dominicana como su salvación. Pero en varias ocasiones el mandatario dominicano ha sostenido que República Dominicana no tiene la solución para Haití.

Según datos del Plan Nacional de Regularización (PNRE)  el gobierno en el 2014 gastó 55 millones de dólares (más de 2 millones de pesos), para regularizar a los extranjeros haitianos afectados por la sentencia TC-0168-13 del Tribunal Constitucional. Recursos que salieron del presupuesto de la nación dominicana.

Pero eso va más allá, las mujeres haitianas que vienen a dar luz a República Dominicana consumen el 14 por cierto del presupuesto de la salud que destina el Gobierno de Luis Abinader. A estas mujeres se les brinda asistencia médica totalmente gratis.
Los niños haitianos también acuden a las escuelas públicas dominicana y de igual manera, reciben el pan de la enseñanza sin discriminación.

Volviendo al conflicto, Haití, por su parte, argumenta que tiene pleno derecho a realizar capturas de agua del río Masacre en virtud del tratado de 1929 y alega su falta de recursos para detener el proyecto privado. Además, hace un llamado a la protección de vidas y bienes en ambos lados de la frontera y al respeto de las convenciones internacionales que regulan esta materia. Es imperativo que ambas partes busquen un diálogo constructivo y un arreglo pacífico que respete los derechos y preocupaciones de ambas naciones.

En medio de esta tensión, es importante recordar que Haití y la República Dominicana comparten una historia y una geografía que los vinculan de manera inquebrantable. Ambos países han enfrentado desafíos significativos, desde problemas económicos hasta catástrofes naturales, y han dependido de la colaboración en diversas áreas. Este conflicto es una oportunidad para que ambas naciones busquen soluciones conjuntas que promuevan el desarrollo sostenible y el bienestar de sus ciudadanos.

La comunidad internacional también tiene un papel crucial en este conflicto. Los organismos regionales e internacionales deben intervenir como mediadores imparciales para facilitar un proceso de negociación justo y equitativo. La paz y la estabilidad en Haití y la República Dominicana son esenciales para la seguridad y la prosperidad de toda la región.

En conclusión, el conflicto entre Haití y la República Dominicana es un recordatorio de la importancia de la diplomacia y la cooperación en la resolución de disputas internacionales. En lugar de cerrar fronteras y aumentar la tensión, ambas naciones deben sentarse a la mesa de negociaciones y encontrar soluciones que beneficien a sus ciudadanos y promuevan la armonía en la región. La paz y el entendimiento son siempre preferibles a la confrontación y la discordia.