EsquinaRD. – Durante la más reciente edición de La Semanal con la Prensa, el presidente Luis Abinader decidió romper la formalidad de siempre: llegó con un estilo deportivo, tenis personalizados con la línea gráfica de la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) y una presencia más relajada, más cercana.
En cuestión de minutos, la imagen se volvió tendencia. No fue por una promesa ni por un anuncio económico, sino por la sencillez de la escena: un presidente hablando de deporte, vestido como quien se siente parte del juego.
Las redes sociales hicieron el resto. Los comentarios positivos se multiplicaron, celebrando la conexión de Abinader con la juventud y su respaldo constante al baloncesto dominicano. Muchos interpretaron el gesto como una extensión natural de su política deportiva, que ha acompañado la modernización de canchas, el impulso de torneos locales y el fortalecimiento de las ligas nacionales.
Pero más allá del atuendo o de los tenis —que no pasaron desapercibidos—, la escena deja un mensaje silencioso: el poder también puede lucir cómodo, humano, auténtico. Y en tiempos donde la distancia entre los líderes y la gente suele medirse en etiquetas, Abinader eligió el camino cercano a su gente: ponerse los tenis, mirar al público sin corbata y recordar que el deporte también puede ser una forma de gobernar.
