Por Redacción EsquinaRD
Lo que parecía un negocio común en Santiago, Puerto Plata y Santo Domingo escondía un engranaje criminal diseñado para engañar y robar a miles de personas en Estados Unidos, en su mayoría adultos mayores. La Operación Discovery 3.0, ejecutada por el Ministerio Público dominicano en conjunto con el FBI, reveló cómo funcionaba este sistema: desde “oficinas” con apariencia de call centers, se dirigía un esquema de fraudes digitales, suplantación de identidad y lavado de dinero a gran escala.
El “Grandparent Scam” hecho en RD
La modalidad principal era conocida como el “Grandparent Scam” o estafa de los abuelos. Los involucrados llamaban a adultos mayores en EE. UU. haciéndose pasar por nietos, sobrinos o familiares en problemas legales o de salud. Con historias falsas, presionaban a las víctimas para enviar dinero de inmediato.
El fraude no era improvisado: había roles definidos. Los “openers” iniciaban el contacto con la víctima, los “closers” reforzaban la mentira, haciéndose pasar por abogados o policías, y los “runners” recogían el dinero enviado. Todo estaba pensado para explotar la vulnerabilidad emocional de las personas mayores.
Del teléfono al lavado de dinero
Los millones de dólares obtenidos eran blanqueados mediante lavado de activos. Vehículos de lujo, propiedades, joyas y hasta vínculos con figuras del mundo urbano eran parte de la fachada construida para legitimar el dinero ilícito.
Según las autoridades, esta red no operaba en solitario. Muchos de sus integrantes ya habían estado vinculados a casos anteriores de Discovery 1.0 y 2.0, pero rearmaron la estructura, trasladándola incluso desde cárceles hasta oficinas clandestinas disfrazadas de negocios legítimos.

Un golpe al crimen digital
El operativo incluyó 34 allanamientos simultáneos en RD y Estados Unidos, con más de 50 fiscales y 375 agentes. En los cateos se incautaron vehículos de alta gama, dinero en efectivo, armas de fuego y marihuana líquida. Varias de las personas arrestadas están solicitadas en extradición por EE. UU.
Lo que queda en el aire
Discovery 3.0 no es un caso aislado: es la confirmación de que el crimen se reinventa, aprende y busca nuevas formas de operar. Las preguntas ahora son: ¿cómo se asegura que las estructuras no vuelvan a levantarse? ¿y qué tan profundo es el vínculo entre estas redes y sectores sociales que hasta ahora parecían intocables?
La investigación apenas comienza, y como suele pasar, el mayor reto no está en detener a los actores de un día, sino en desmontar las redes que permiten que el fraude se convierta en un negocio multimillonario.