El nombramiento de una capitana del Ejército al frente del Ministerio de Educación no ha pasado desapercibido en El Salvador. Apenas 4 días después de asumir el cargo, Karla Edith Trigueros marcó el tono de su gestión con una primera decisión que ha generado tanto apoyo como polémica: instaurar un control riguroso de disciplina y presentación personal en todas las escuelas públicas del país.
Qué implica la medida en la vida escolar
El documento oficial, de fecha 18 de agosto 2025, instruye a los directores a supervisar personalmente, cada mañana, el ingreso de los estudiantes: uniforme limpio y en orden, corte de cabello “adecuado”, presentación personal correcta e ingreso en fila con saludo respetuoso.
La disposición subraya que no son recomendaciones, sino reglas obligatorias, y que su incumplimiento será considerado falta administrativa grave, con responsabilidad directa de los directores.

El alcance y las responsabilidades
El memorándum aclara que la instrucción rige en todo el sistema educativo público y que los directores son los primeros garantes del orden y la disciplina institucional. El ministerio enfatiza que ellos deben convertirse en modelos de conducta, no solo para los alumnos, sino también para docentes y personal administrativo.
En caso de incumplimiento, la cartera educativa advierte que aplicará sanciones disciplinarias de acuerdo con el régimen interno vigente.
Reacciones y críticas
La medida no tardó en generar debate. El Frente Magisterial Salvadoreño expresó preocupación por el nombramiento de Trigueros y calificó como “aberrante” que una capitana de la Fuerza Armada dirija el Ministerio de Educación. Según esta organización, el riesgo es una militarización de la educación pública, advertencia que difundieron en un comunicado oficial y en redes sociales.
Una apuesta que abre debate
El presidente Nayib Bukele defendió su decisión al designar a Trigueros. Destacó que su doble condición de capitán y doctora le da la capacidad y el liderazgo necesarios para impulsar una transformación profunda del sistema educativo.
La decisión de imponer disciplina estricta como primer paso de gestión plantea un escenario complejo: ¿es este el camino hacia un sistema educativo más sólido o una señal de control militarizado en las aulas? La polémica apenas comienza, y lo que está en juego no es solo la presentación personal de los estudiantes, sino el modelo de educación que marcará a las próximas generaciones salvadoreñas.