¿Quién diría que el ronroneo de un gato podía ser más poderoso que un calmante? Pues sí, así como lo lees. La gatoterapia se ha convertido en una terapia cada vez más popular y no es para menos: los mininos silenciosos y encantadores no solo levantan el ánimo, sino que también tienen beneficios de salud que no probablemente no te imaginas.
Según estudios del Instituto Stroke de la Universidad de Minnesota, quienes conviven con gatos tienen hasta un 30% menos de probabilidad de morir de un ataque al corazón. Y si te parece poco, la Universidad de Indiana Bloomington demostró que ver videos de gatitos mejora la energía y reduce los sentimientos negativos. ¡Hasta YouTube colabora con la salud mental!
Pero no se trata solo de ver a los gatos en pantalla, sino de interactuar con ellos. Gracias a su compañía y su dulce ronroneo, los gatos ayudan a regular la presión sanguínea, reducen la ansiedad, y hasta ayudan a pacientes en rehabilitación cardiovascular. También son de gran ayuda para niños con discapacidad, problemas de lenguaje o que pasan largas estancias hospitalizados.
La clave está en el ronroneo: ese sonido casi mágico que nos ayuda a relajarnos y a liberar endorfinas, reforzando el sistema inmunológico. Además, estudios en Suecia y Finlandia han encontrado que los niños expuestos a gatos durante su infancia pueden desarrollar inmunidad y reducir el riesgo de alergias.
Un compañero ideal en todas las edades
A diferencia de los perros, los gatos requieren menos atención: no hay que sacarlos a pasear y su tamaño y agilidad hacen que sean compañeros ideales, especialmente para ancianos. Solo el hecho de tenerlos en brazos ayuda a mejorar la movilidad y fortalece el vínculo emocional.
Gatos en terapia: enseñando límites y control de impulsos
En España, en la asociación Biak Bat, se dieron cuenta del poder de los gatos para ayudar a pacientes a desarrollar habilidades sociales y emocionales. Ellos aprendieron que el gato, con su independencia y sus “reglas claras”, puede ser un maestro para enseñarnos a respetar límites y controlar impulsos. ¡Ni más ni menos!
Las terapias con gatos funcionan porque ellos tienen total libertad para decidir si quieren participar. Esto, además de hacernos practicar la paciencia, nos enseña a valorar y respetar las decisiones de los demás.
Precauciones para una buena convivencia
Claro, no todo es tan simple: es fundamental que el gato esté cómodo, que tenga lugares seguros y que el profesional que lo guía sepa leer sus señales. Así, no solo se cuida al paciente, sino también al pequeño felino.
Así que ya sabes: si buscas reducir el estrés, mejorar tu salud mental y hasta cuidar tu corazón, tal vez la respuesta esté en esos bigotudos que, con un simple ronroneo, pueden hacerte sentir en paz. ¡Pon un gato en tu vida y deja que la gatoterapia haga su magia! 🐱✨