La llegada de Luka Doncic a los Lakers cambió por completo la dinámica en Los Ángeles. Steve Nash elogia la madurez de LeBron James al adaptarse a un nuevo rol, en una transición que podría marcar el comienzo del fin para el Rey… y el inicio de la era Doncic.
El traspaso que sacudió a la NBA
Cuando los Lakers concretaron el sorprendente traspaso de Luka Doncic desde Dallas a mediados de la temporada 2024-2025, las alarmas se encendieron en toda la liga. La franquicia angelina, desesperada por encontrar una vía sostenible hacia el futuro sin perder competitividad en el presente, apostó por un movimiento arriesgado: poner a dos de los jugadores más dominantes del mundo —y que dependen del balón— en la misma cancha.
Pero lo que parecía una bomba de relojería se convirtió, al menos por momentos, en una fórmula que funcionó. Y gran parte del crédito, según el legendario Steve Nash, va directamente para LeBron James.
Steve Nash: “LeBron lo vio como un regalo”
En el más reciente episodio del podcast Mind the Game, Nash no escatimó elogios hacia el veterano alero de 40 años. “La manera en que se adaptó esta temporada a jugar con Luka… eso requiere muchísima madurez y sacrificio”, afirmó el exbase armador y miembro del Salón de la Fama. “Lo asumió como un regalo, como una oportunidad de hacer que el equipo fuera lo mejor posible, más allá de su ego”.
Estas palabras no son menores viniendo de Nash, un maestro del juego colectivo. Su reconocimiento resalta el cambio de paradigma que James aceptó: pasar de ser el eje absoluto de la ofensiva a compartir —y en muchas ocasiones ceder— protagonismo a un Doncic que a sus 26 años representa el futuro de la franquicia.
Dos alfas, un balón: ¿cómo hicieron que funcione?
LeBron James y Luka Doncic comparten un estilo de juego basado en la creación desde el drible, la visión de cancha y la capacidad de dominar físicamente. Ambos necesitan el balón en las manos para desplegar su juego, y por eso las dudas iniciales eran válidas: ¿cómo armonizar dos estilos tan similares sin estorbarse?
La respuesta estuvo en la disposición de LeBron para ceder. Su capacidad para jugar sin balón, su entendimiento del ritmo del juego y su voluntad para elegir sus momentos, permitieron que Doncic brillara como el nuevo motor ofensivo del equipo. La regularidad de los Lakers lo demuestra: terminaron la temporada como terceros del Oeste, con un juego más fluido y menos dependiente de los momentos heroicos del Rey.
La paradoja del éxito: ¿y ahora qué pasa con LeBron?
A pesar del éxito relativo en temporada regular, los Lakers tuvieron una eliminación prematura en los playoffs. Esto abrió la puerta a múltiples interrogantes, el principal de ellos: ¿seguirá LeBron James en el equipo ahora que Luka parece ser el eje del proyecto?
Con un solo año restante en su contrato y los rumores circulando sobre una posible salida o retiro, LeBron se encuentra en una encrucijada. A sus 40 años, ya no es el futuro de la franquicia. Y aunque sigue siendo pieza clave dentro y fuera de la cancha —ahora también como padre de Bronny James, quien ya debuta con el equipo en la Summer League—, su legado en Los Ángeles podría estar cerrando su último capítulo.
¿Un adiós digno o una nueva reinvención?
El cierre de esta historia todavía no está escrito. Lo cierto es que Steve Nash, como tantos otros observadores del baloncesto, ha captado algo que merece más reconocimiento: LeBron James no solo sigue siendo grande por lo que hace con el balón, sino también por lo que está dispuesto a dejar de hacer en nombre del equipo.
Su evolución en esta etapa tardía de su carrera —convirtiéndose en mentor, soporte y facilitador— podría ser tan significativa como sus años de dominio absoluto. Y si este fue su último año como estrella principal en la NBA, al menos puede decirse que lo cerró con clase, visión y un acto de humildad que pocos están dispuestos a asumir.