San Francisco. – Lo que debía ser una celebración por el jonrón número 30 de Rafael Devers se convirtió en una escena de tensión y expulsiones en el partido del martes entre los Gigantes de San Francisco y los Rockies de Colorado.
El batazo de dos carreras del dominicano, que sobrevoló el muro del jardín derecho, despertó la furia del lanzador Kyle Freeland, quien le gritó a Devers mientras corría por la inicial. Ese cruce de palabras bastó para que las bancas se vaciaran y el diamante se llenara de empujones y discusiones.
En el forcejeo, Matt Chapman y Willy Adames, jugadores de los Gigantes, terminaron envueltos en el altercado junto a Freeland, y los tres fueron expulsados del encuentro. Los árbitros tardaron varios minutos en restaurar el orden, mientras Devers permanecía en la primera base esperando la señal para completar su vuelta al diamante.
El episodio, que interrumpió por completo el ritmo del juego, no opacó la actuación del antesalista dominicano, quien sigue consolidando una temporada de poder y protagonismo. Sin embargo, el incidente recuerda que el béisbol, incluso en medio de su disciplina y estrategia, puede ser escenario de pasiones desbordadas.