Balde, a propósito de su estrecho vínculo con Ansu Fati y su reciente viaje a República Dominicana.
El lateral del FC Barcelona vivió momentos clave en República Dominicana junto a Ansu Fati e Ilaix Moriba antes de la salida de su “hermano” al Mónaco. Una amistad que traspasa fronteras y refuerza el lazo emocional con el Caribe.
Un adiós que duele: Balde se despide de Ansu Fati
El 1 de julio de 2025, el FC Barcelona hizo oficial la salida de Ansu Fati al AS Mónaco. Su nuevo destino marca un antes y un después en el vestuario blaugrana, especialmente para Alejandro Balde, quien fue el primero en pronunciarse en redes sociales: “Mucha suerte, mi hermano. TMJ (estamos juntos) siempre”, escribió, junto a dos corazones.
Pero más allá de una despedida entre compañeros, este gesto revela la profundidad de una amistad forjada dentro y fuera del campo. Y para el público dominicano, hay un detalle que hace especial esta historia: parte del último viaje de ambos juntos se vivió en suelo dominicano, fortaleciendo un vínculo que conecta a Balde con el corazón del Caribe.
Un vínculo con la República Dominicana que deja huella
Hace pocas semanas, Balde y Ansu compartieron un viaje de descanso junto a su amigo Ilaix Moriba, recorriendo destinos como Nueva York y la República Dominicana. Si bien no trascendieron detalles específicos del lugar exacto visitado en el país, múltiples imágenes y menciones en redes sociales apuntan a días de playa, tranquilidad y conexión fraterna.
Para un país apasionado por el fútbol europeo, especialmente por el FC Barcelona, esta visita refuerza el aprecio hacia el joven lateral de 21 años, quien ya ha despertado admiración en muchas niñas y niños dominicanos que sueñan con seguir sus pasos.
En un momento donde muchos deportistas eligen el Caribe como destino de lujo, Balde lo vivió como un espacio de conexión emocional. El simple hecho de que eligiera al país como refugio personal es interpretado por muchos fans como un gesto de cariño recíproco.
La nueva responsabilidad emocional de Balde
Con la salida de Ansu, Balde no solo pierde a un amigo en el vestuario, sino que también gana un nuevo rol: el de referente emocional dentro del grupo joven del Barça. Jugadores como Lamine Yamal y Fermín López ven en él un ejemplo de constancia, humildad y sentido de pertenencia.
Para Balde, esta etapa marca un crecimiento no solo en lo futbolístico, sino también en lo humano. “Es el momento de dar un paso adelante”, comentan medios catalanes,
conscientes de que la banda izquierda será más suya que nunca, no solo en lo táctico, sino en liderazgo.
Un talento con raíces abiertas al mundo
Alejandro Balde, nacido en Barcelona en 2003, tiene ascendencia guineana por parte de padre y dominicana por parte de madre, lo cual lo convierte en un jugador de sangre mestiza, multicultural y representativo de muchas realidades del fútbol global. Aunque juega para la selección de España, su conexión caribeña está siempre presente, como lo ha demostrado en varias entrevistas y publicaciones.
Para la juventud dominicana, especialmente aquella interesada en el fútbol y el deporte de alto rendimiento, Balde representa un modelo de inspiración: una figura negra, joven, moderna y cercana, que no olvida sus raíces y que no teme mostrar sensibilidad emocional, como en su despedida pública de Ansu.
Más allá del fútbol: una imagen que representa a una generación
En tiempos donde la imagen de los futbolistas importa tanto como su rendimiento en el campo, Balde encarna el perfil de una nueva generación: comprometido con causas sociales, activo en redes, pero con una imagen limpia y cercana. Su forma de vestir, su música, sus amistades y su conexión con países como República Dominicana lo convierten en una figura cada vez más influyente en el imaginario joven de América Latina.
Un jugador querido en suelo dominicano
Alejandro Balde no solo es uno de los laterales más prometedores de Europa, sino también un embajador involuntario del Caribe en el fútbol mundial. Su visita reciente a República Dominicana, su mensaje a Ansu Fati y su historia de origen lo hacen especialmente querido por el público dominicano, que encuentra en él una figura con la que identificarse.
La salida de su “hermano” Ansu marca el inicio de una etapa distinta, pero si algo ha demostrado Balde es que sabe crecer en medio del cambio. Y el cariño dominicano lo acompaña.