Tesla y Samsung firmaron un acuerdo de 16,500 millones de dólares para fabricar chips de inteligencia artificial (IA) de próxima generación. Estos chips estarán destinados a los vehículos autónomos de Elon Musk y se producirán en la planta de Samsung en Texas, EE. UU., con el objetivo de acelerar el desarrollo del sistema Full Self-Driving (FSD).
El mismo Musk quiere estar encima del proyecto, y por eso la planta estará cerca de su casa en Austin. El plan es reducir la dependencia de Asia y evitar líos logísticos y geopolíticos. La fábrica, que había tenido problemas para arrancar, ahora tiene un futuro claro gracias a este acuerdo.
Samsung respira con alivio
Para Samsung, el contrato llegó como caído del cielo. Su planta en Texas había enfrentado retrasos por falta de clientes y problemas con equipos de alta tecnología. Ahora no solo tiene un cliente de peso como Tesla, sino que también gana ventaja frente a gigantes como TSMC, el proveedor taiwanés que hasta ahora fabricaba los chips de Tesla.
¿Qué ganan ambas empresas?
Tesla asegura acceso a tecnología de última sin tener que depender del otro lado del mundo. Samsung, por su parte, amarra un cliente clave en el competitivo mundo de los semiconductores para inteligencia artificial, una industria que crece como la espuma.
No todo es color de rosa, aunque el trato suena a victoria para ambos, hay retos. Samsung tiene que cumplir con los tiempos de entrega y avanzar en tecnología para competir con TSMC. En tanto, Tesla tendrá que integrar estos chips sin errores si quiere mantener su ventaja frente a GM, Ford y los nuevos jugadores eléctricos.
