Ejercicio suave, buena alimentación y descanso: la clave está en la rutina diaria, no en soluciones mágicas.
A partir de los 60 años, el cuerpo cambia, y también lo hace la forma en que procesa el azúcar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que los adultos mayores son más propensos a sufrir los efectos negativos del exceso de glucosa en sangre, como problemas cardiovasculares, daño renal o deterioro cognitivo. Por eso, bajar el azúcar —y mantenerla estable— no solo es importante: es urgente.
¿Qué recomiendan los expertos?
Un estudio del Instituto de Salud Carlos III en España reveló que casi 1 de cada 3 adultos mayores de 65 años tiene la glucosa elevada, muchas veces sin saberlo. Para evitar que eso se convierta en una complicación grave, médicos y especialistas coinciden en lo siguiente:
- Alimentación equilibrada: la llamada dieta mediterránea (rica en vegetales, legumbres, frutas bajas en azúcar, cereales integrales, pescado azul y aceite de oliva) ayuda a regular los niveles de insulina. También se recomienda reducir el consumo de ultraprocesados y eliminar los azúcares añadidos.
- Ejercicio físico suave y constante: caminar, nadar, hacer yoga o taichí son actividades ideales para personas mayores. La Asociación Americana de Diabetes sugiere al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana para controlar los niveles de glucosa.
Dormir también es medicina
Dormir bien puede ser igual de importante que comer bien. Investigaciones del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento indican que dormir menos de seis horas por noche puede alterar el metabolismo y elevar los niveles de glucosa en sangre. Por eso, una buena rutina de sueño debe formar parte de cualquier plan de salud para personas con diabetes o prediabetes.
Otros hábitos clave
Además de alimentarse bien, moverse y dormir, estos pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia:
- Mantener horarios regulares de comida.
- Aumentar la ingesta de fibra (avena, vegetales, legumbres).
- Evitar bebidas azucaradas y limitar el alcohol.
Antes de aplicar cualquier cambio, los expertos recomiendan consultar siempre con el médico de cabecera. Pero algo es claro: no se trata de hacer mucho, sino de hacerlo bien y con constancia.