Dormir lo suficiente es clave para sentirnos bien, pero cada vez es más difícil descansar de manera adecuada debido a la forma en que organizamos nuestro trabajo. Turnos de noche, jornadas maratónicas, el estrés y el sedentarismo están afectando nuestra calidad de sueño, algo que notamos en nuestra energía diaria. Carlos O. N., un trabajador del Metro de Madrid, nos cuenta cómo lleva más de 10 años trabajando de noche, durmiendo solo entre cinco y seis horas al día, y cómo, a pesar de sus esfuerzos, no consigue descansar de verdad. «Dormir de día no es lo mismo que dormir por la noche», explica, mostrando el impacto real de los turnos nocturnos en la calidad del sueño.
El problema va más allá de la fatiga física. Los expertos, como el catedrático Juan Antonio Madrid, afirman que vivimos en una sociedad «cronodisruptora», donde los turnos de trabajo, el exceso de luz artificial por la noche y la hiperconexión están alterando nuestros ritmos biológicos. Esto nos lleva a sufrir alteraciones en los ciclos de sueño, lo que no solo nos deja cansados, sino que también afecta nuestra salud a largo plazo.
Turnos nocturnos: la receta para el insomnio
Varios estudios científicos muestran que los trabajadores que tienen turnos rotativos o nocturnos enfrentan un 66% más de probabilidades de necesitar «recuperar» el sueño, como dormir hasta tarde los fines de semana o hacer siestas frecuentes. La psicóloga Claire Smith, autora de un estudio sobre este tema, explica que no solo se trata de dormir ocho horas, sino de lograr un sueño reparador, con horarios consistentes y sin interrupciones. Y, según la experta María José Martínez, los turnos nocturnos no solo dificultan dormir, sino que provocan un trastorno conocido como el «trastorno del sueño por trabajo a turnos», que lleva a insomnio y somnolencia excesiva.
Es por esto que los expertos recomiendan mantener un horario regular de sueño, incluso los días libres, y hacer siestas estratégicas antes o durante los turnos nocturnos. Además, piden a las empresas que faciliten salas de descanso y promuevan pausas activas para mejorar la higiene del sueño.
El sedentarismo también afecta al sueño
El trabajo sedentario, común en oficinas y otros empleos, también juega un papel negativo. Pasar muchas horas sentado sin actividad física contribuye al insomnio. Manuel de Entrambasaguas, neurofisiólogo, explica que nuestros cuerpos están diseñados para estar activos durante el día y descansar de noche. Los trabajos sedentarios y sin luz natural rompen este patrón, lo que nos afecta a nivel biológico y psicológico. La falta de ejercicio y la poca exposición a la luz natural, típicas en muchas oficinas, alteran la producción de melatonina, la hormona que regula el sueño.
Martínez refuerza esta idea al señalar que la actividad física no solo ayuda a mejorar la calidad del sueño, sino que también favorece la presión de sueño a lo largo del día. Por eso, recomienda levantarse y moverse cada hora, hacer ejercicio y aprovechar la luz natural durante el día.
Estrés y trabajo: el círculo vicioso
Otro factor clave es el estrés laboral. Daniel Madero, que trabaja en una multinacional tecnológica, comparte cómo las jornadas maratónicas y la presión de tener más responsabilidades afectaron su descanso. En su caso, el estrés acumulado lo mantiene despierto y agitado, con pesadillas relacionadas con su trabajo. Este estrés, según estudios recientes, está relacionado con trastornos del sueño, generando un círculo vicioso: el estrés provoca insomnio y la falta de sueño empeora el estrés.
El neurofisiólogo de Entrambasaguas explica que el estrés laboral genera una hiperactivación mental que se mantiene incluso durante la noche, dificultando el sueño reparador. Además, la «hiperconexión» con el trabajo —como responder correos electrónicos o resolver problemas laborales en medio de la noche— también agrava este problema.
Conclusión: cuidar el sueño es cuidar nuestra salud
El impacto de estos factores en nuestra salud es claro: dormir poco o mal puede llevarnos a sufrir de accidentes, absentismo laboral, menor productividad y más enfermedades físicas y mentales. Los expertos coinciden en que cuidar el sueño no solo beneficia a los empleados, sino también a las empresas, ya que un buen descanso se traduce en mejor rendimiento. Si no cuidamos nuestros ritmos biológicos, el precio puede ser muy alto a largo plazo.
Así que, aunque nuestro trabajo nos exija mucho, es fundamental tomar en cuenta la importancia de descansar bien, encontrar un equilibrio y cuidar nuestra salud mental y física.
(El País)