InicioOpinionesLa nueva cédula: un salto institucional que exige rigor y confianza

La nueva cédula: un salto institucional que exige rigor y confianza

La Junta Central Electoral ha trazado el calendario y las reglas de un proceso que marcará un antes y un después en la identificación ciudadana dominicana. El cambio de la cédula no es simbólico ni cosmético, se trata de una transformación estructural del principal documento de identidad del país.

El plan presentado combina fechas claras, etapas definidas y un esquema progresivo de emisión que busca evitar exclusiones. Desde la primera entrega institucional en enero de 2026 hasta el reemplazo masivo a partir de abril, la JCE ha optado por un modelo ordenado, con vigencia extendida y coexistencia temporal con la cédula actual hasta marzo de 2027. Esa previsión reduce riesgos y transmite previsibilidad.

Más allá del cronograma, el núcleo del cambio está en la tecnología. La nueva cédula introduce estándares de seguridad que colocan al documento dominicano en una liga distinta. Grabado láser, policarbonato multicapa, elementos táctiles, imágenes fantasma y verificación digital no son adornos técnicos, son barreras concretas contra la falsificación, el robo de identidad y la manipulación de datos.

El uso diferenciado de vigencias según rangos de edad también revela una decisión administrativa racional. Reconoce realidades demográficas, reduce costos de renovación innecesarios y adapta el documento al ciclo vital del ciudadano, una práctica alineada con sistemas modernos de identidad.

Especial atención merece la integración tecnológica. El chip sin contacto, el código QR y el MRZ abren la puerta a procesos de validación más ágiles, interoperables y seguros, tanto dentro como fuera del país. Esto no solo fortalece controles oficiales; también prepara el terreno para servicios digitales más eficientes, siempre que se resguarden adecuadamente los datos personales.

Sin embargo, ningún avance técnico se sostiene sin confianza pública. El éxito de esta nueva cédula dependerá de la transparencia en su implementación, la claridad en la comunicación y la garantía absoluta de protección de la información ciudadana. La seguridad del documento debe ir acompañada de seguridad institucional.

La nueva cédula representa una oportunidad para fortalecer el Estado, ordenar la identidad nacional y cerrar brechas históricas. Bien ejecutada, puede convertirse en un pilar de modernización. Mal comunicada o mal protegida, perdería legitimidad. El desafío no es menor, pero el país tiene ante sí una ruta clara. Ahora toca recorrerla con responsabilidad y visión de interés público.