La seguridad de la transfusión de los distintos hemoderivados es un asunto crítico y prioritario en los centros de salud que ofrecen el servicio. La sangre se ha utilizado durante muchos años para tratar a pacientes que sufren de múltiples condiciones médicas, sin embargo, el proceso no es libre de riesgos, aunque existen factores que puede garantizar esa seguridad.
Así lo afirma, la Directora del Laboratorio Clínico y Banco de Sangre de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (CEDIMAT), Rosanny Román, quien señala que la transfusión de sangre se utiliza para tratar a pacientes con anemia, enfermedades cardiovasculares, trastornos de la coagulación y otras condiciones médicas.
No obstante, debido a la complejidad de los procesos de selección, recolección, procesamiento y almacenamiento, y sus componentes, la transfusión implica algunos riesgos, incluyendo infecciones transmitidas por la sangre, errores humanos, reacciones inmunológicas y otras complicaciones, apunta la experta.
Román indica que para garantizar la seguridad, los centros de transfusión deben aplicar procedimientos rigurosos y estrictas medidas de control de calidad en todas las etapas del proceso. El primer paso es la selección de los donantes. Estos deben ser evaluados para determinar si cumplen con los requisitos de elegibilidad, incluyendo la edad, el peso, la presión arterial, la hemoglobina y otros criterios médicos. Además, deben ser examinados para detectar posibles enfermedades transmisibles por la sangre, como la hepatitis B y C, el VIH, entre otras.
La especialista detalla que existen diferentes metodologías para la realización de esas pruebas que pueden aportar un porcentaje mayor de seguridad a la hora de tamizar una unidad de algún hemocomponente, por ejemplo la metodología NAT (Amplificación de ácidos nucleicos), la comprobación de la sangre con esta prueba reduce contundentemente la incidencia de infecciones transmitidas por trasfusión, la misma reduce el tiempo de detección durante periodo de ventana viral, de igual forma, el riesgo residual de la transmisión de la infección.
Siguiendo esta misma línea, el VIH por los métodos tradicionales se podría detectar en un paciente que recién adquirió la infección a los 16 días desde la exposición, sin embargo, si se emplea esta metodología se puede detectar a los siete días.
La bioanalista refiere que una vez que se ha seleccionado una unidad de sangre, esta debe ser analizada y procesada para asegurar su estabilidad y calidad. Se separa en sus componentes, tales como plasma, plaquetas y glóbulos rojos, y estos se almacenan en contenedores, neveras o freezer separados y dedicado exclusivamente.
En este proceso, se deben aplicar medidas de control de calidad rigurosas, incluyendo pruebas de compatibilidad y detección de posibles contaminantes.
Román puntualiza que es importante recordar que la transfusión es un proceso complejo que involucra muchos factores, y que nunca debe tomarse a la ligera. Los centros de transfusión deben trabajar estrechamente con los médicos y otros profesionales de la salud para garantizar que se seleccionen y transfundan los componentes sanguíneos correctos en el paciente adecuado en el momento apropiado.
Dado que este puede implicar algunos riesgos, es vital que los centros de sangre apliquen procedimientos rigurosos y estrictas medidas de control de calidad en todas las etapas.
La autora Rosanny Román, es directora del Laboratorio y Banco de Sangre del CEDIMAT