No todo se tiene que cubrir.
No todo se tiene que decir de inmediato.
Y no todo tiene que tener una reacción pública.
En medio del frenesí informativo, las redes que no descansan y los titulares que compiten por segundos de atención, hacer silencio también es un acto de periodismo. Una decisión editorial. Una forma de respetar el momento, y a quienes lo viven.
La sobreexposición cansa el alma
Cuando ocurre una tragedia nacional, como la vivida recientemente, el instinto de informar se mezcla con la urgencia de estar “alante”. Todo el mundo quiere entender qué pasó, quién está involucrado, qué viene ahora. Y eso es natural.
Pero cuando cada medio, cuenta o creador replica lo mismo sin pausa ni filtro, la información deja de ser útil. Se convierte en ruido. En ansiedad. En una herida que se reabre con cada actualización innecesaria.
Hay momentos donde el periodismo no solo debe hablar.
Debe saber cuándo callar.
Pausa ≠ indiferencia
Hacer una pausa no es abandonar el compromiso.
Es reconocer que, a veces, lo más valiente no es publicar, sino esperar.
Escuchar. Procesar. Respirar.
Y solo después, contar.
En EsquinaRD decidimos que no íbamos a cubrirlo todo.
No por falta de interés.
Sino porque creemos en el valor de darle espacio al silencio.
A la reflexión. A la calma informativa.
El silencio es también parte de la historia.
Detrás de los titulares hay familias, hay dolor, hay confusión.
Y lo menos que merecen es que convirtamos su tragedia en contenido infinito.
No todo tiene que ser cubierto.
No todo necesita una pieza nueva, un análisis más, una alerta en tiempo real.
A veces, el mejor homenaje es dejar que el país respire.
Un periodismo que acompaña, no que asfixia
En esta era donde todo es urgente, en EsquinaRD elegimos algo distinto:
No correr, sino pensar.
No imponer, sino acompañar.
No decir más, sino decir mejor.
Y si por un día no publicamos tanto como otros,
es porque también entendimos que el silencio comunica.
Y cuando se hace desde la empatía, también informa.