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El mito del éxito en soledad 

La narrativa del ensimismamiento como fórmula mágica para triunfar (y por qué no es tan real como parece) 

Lo hemos visto una y otra vez: en redes sociales, en gurús del éxito, en discursos motivacionales que se repiten como mantras. La nueva narrativa es clara: para triunfar hay que estar solo. “Las novias son distracciones, la familia es distracción, solo eres tú en tu camino al éxito”. El algoritmo lo repite, lo valida, lo convierte en tendencia.

Esta mentalidad individualista —disfrazada de autodisciplina— se ha incrustado en todos los rincones de nuestra vida como si fuera una verdad incuestionable. 

Pero, ¿y si no lo es? 

El éxito también se construye en compañía 

¿Quién dijo que un amor es un estorbo? ¿O una buena amistad? ¿O tu familia? Es cierto que hay personas que son muros, pero también hay otras que son puentes, y esas son las que hay que elegir como compañeros. 

Sí, todo ser humano necesita momentos a solas para reencontrarse, para pensar, para sanar. Hay batallas que se luchan desde la intimidad. Pero eso no significa que tengamos que construir nuestras vidas en soledad perpetua

No solo somos nuestros logros; también somos el proceso. Somos valiosos mientras nos estamos formando, no solo cuando “llegamos”. Esta lógica de que uno solo merece amor o respeto cuando está completo nos convierte en productos en espera de validación.

Nadie llega solo (ni siquiera los grandes) 

El mismo Arnold Schwarzenegger, en su documental autobiográfico, lo dice sin rodeos: “Nadie llega al éxito solo”. Y él lo sabe mejor que nadie. A pesar de su talento, su disciplina y su ambición, reconoce que necesitó de otros para llegar a donde está. Su primer vuelo a una competencia de fisicoculturismo, por ejemplo, se lo regaló otra persona. Detrás de cada logro personal, hubo alguien que empujó, creyó, acompañó o sostuvo.

Entonces, si incluso los que admiramos reconocen que no llegaron solos, ¿por qué seguimos comprando la narrativa de que debemos hacerlo todo sin nadie?

El costo real de la soledad 

La soledad, cuando es elegida, es beneficiosa. Pero cuando es vendida como obligación para “progresar”, puede ser devastadora. La soledad no elegida tiene un costo enorme: depresión, ansiedad, vacío emocional, y en muchos casos, hasta suicidio. Hay quienes logran el éxito… pero lo hacen en completo aislamiento.

Volver a conectar 

No hay fórmulas mágicas para el éxito, pero sí hay principios que podemos replantear. Volver a reconocer el valor de la comunidad, el amor, la amistad, la familia, no como cargas, sino como apoyo. Aprender que podemos estar en construcción y ser dignos de compañía. Que no necesitamos estar “listos” para merecer ser amados. 

En tiempos donde la soledad se glorifica como camino de éxito, vale la pena preguntarse: ¿de qué sirve llegar si no tenemos con quién celebrar?