InicioOpinionesAbandonada dos veces por el Estado, salvada por un acto de humanidad

Abandonada dos veces por el Estado, salvada por un acto de humanidad

Aferrada a una varilla. Bajo tierra. En la oscuridad. Así pasó más de ocho horas Sheilin, de pie. Aunque agotada, su voz aún se escuchaba. Afuera, la angustia no dormía: padres, vecinos y familiares la esperaban, también de pie, decididos a no dejarla sola. En ese tiempo, Sheilin, de apenas 13 años, se sostenía entre el miedo, la varilla… y la fe.

Afuera, la angustia crecía. Las instituciones que debían protegerla —la Cruz Roja, la Defensa Civil, la Policía Nacional, el 911, los bomberos— estaban allí, pero pasadas las 11:00 de la noche, dieron por terminada la búsqueda. Se retiraron. Dejaron atrás a una niña con vida.

¿Cobardía o valentía? Tal vez un poco de ambas se necesita para abandonar a una persona con vida existiendo la posibilidad de rescate. Esa noche, el Estado asesinó a Sheilin por segunda vez. La primera fue cuando cayó en una alcantarilla sin protección.

Pero aunque el Estado nos falle una y otra vez, la República Dominicana se sostiene por lo único que nunca ha desaparecido: la fraternidad. La solidaridad que nos une los unos con los otros. Esa misma que se encarnó en Joel Casilla Rivera «Sobieky», quien, sin más herramientas que una linterna y el impulso del deber, se internó en la cloaca y rescató con vida a Sheilin.

Sobieky gateó por una tubería oscura y peligrosa, escuchó los gritos de la niña y no se detuvo hasta encontrarla. La comunidad lo acompañó, apoyando como pudo. Mientras los organismos oficiales habían detenido la búsqueda —aunque, toca decir, según sus “aclaraciones oficiales”, no detuvieron la búsqueda en la zona, sino el ingreso a la alcantarilla—.

Algunos han querido llamarle “un milagro”. Pero este no fue solo un milagro. Fue el resultado de una acción humana y, sobre todo, valiente, de un hombre que no permitió ser indiferente. 

No es nuevo…

El caso de Sheilin no es aislado. Residentes de Lavapié aseguran que esto ya ha ocurrido antes, y que se han cansado de denunciar la situación. Las autoridades han ignorado sus llamados, sus exigencias por un badén, por aceras, por el saneamiento de una cañada que descarga el agua de cinco sectores diferentes.

“Reclamamos al gobierno que intervenga la cañada Camelito Díaz, varias calles y el sistema cloacal del sector, que no funciona”, denunció uno de los comunitarios.

Y así se mantiene el ciclo: el abandono, la tragedia, la rabia, el olvido.

Hoy agradecemos la vida salvada, pero como pueblo queda más que resolver que aquello por lo que celebrar.