El 8 de marzo, conocido como el Día Internacional de la Mujer, es más que una fecha conmemorativa, sino el resultado de más de un siglo de lucha por la igualdad de derechos. Su origen está vinculado a las protestas y movimientos feministas que comenzaron en el siglo XIX, marcando hitos clave en la historia de la reivindicación de los derechos de las mujeres.
La historia del 8M se remonta a las movilizaciones de mujeres trabajadoras que exigían mejores condiciones laborales y derechos fundamentales. Uno de los primeros antecedentes ocurrió en 1848, cuando las activistas estadounidenses Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott organizaron la primera convención nacional por los derechos de las mujeres en Seneca Falls, Nueva York. En este evento, proclamaron que «todos los hombres y las mujeres son creados iguales», exigiendo el derecho al voto y a la participación en la sociedad en igualdad de condiciones.
Décadas después, en 1908, unas 15,000 mujeres marcharon en Nueva York para reclamar menos horas de trabajo, mejores salarios y el derecho al voto. Este evento impulsó que, en 1909, el Partido Socialista de Estados Unidos declarara el Día Nacional de la Mujer, celebrado el 28 de febrero.
El papel de Clara Zetkin y la Conferencia de Copenhague
En 1910, la activista comunista Clara Zetkin propuso durante la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague la creación de un Día Internacional de la Mujer. La propuesta fue aceptada por más de 100 mujeres de 17 países, aunque sin establecer una fecha específica.
Al año siguiente, el 19 de marzo de 1911, se celebró el primer Día Internacional de la Mujer en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza. Las manifestaciones se enfocaron en exigir el derecho al voto, mejores condiciones laborales y la no discriminación en el trabajo.
El 8 de marzo y la Revolución Rusa
El día exacto en que se celebra esta fecha tiene su origen en Rusia, en el contexto de la Primera Guerra Mundial. En 1917, miles de mujeres rusas salieron a protestar bajo el lema «Pan y paz», exigiendo el fin de la guerra y mejores condiciones de vida. La protesta, iniciada el 23 de febrero en el calendario juliano (equivalente al 8 de marzo en el calendario gregoriano), desencadenó la Revolución de Febrero que llevó a la abdicación del zar Nicolás II y al reconocimiento del derecho al voto para las mujeres rusas.
Desde entonces, la fecha quedó marcada como un día de lucha para las mujeres en distintas partes del mundo.
La ONU y la institucionalización del 8M
En 1945, la recién creada Organización de las Naciones Unidas (ONU) incluyó en su Carta fundacional el principio de igualdad de género. Sin embargo, no fue hasta 1975, declarado Año Internacional de la Mujer, que la ONU reconoció oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.
¿Hay razones para seguir la lucha…?
A pesar de los avances logrados en derechos civiles y laborales, la desigualdad de género sigue siendo una realidad. Según datos recientes de la ONU:
- 113 países nunca han tenido una mujer como jefa de Estado.
- Casi el 10% de las mujeres y niñas del mundo viven en pobreza extrema.
- 736 millones de mujeres han sufrido violencia física o sexual en algún momento de su vida.
Como dijo Malala Yousafzai, activista por la educación de las niñas:
«Levanto mi voz, no para gritar, sino para que se escuche a quienes no tienen voz… No podemos triunfar si la mitad de la humanidad está siendo reprimida.»
Por eso, el 8 de marzo no es un día de celebración, sino de lucha. Es un recordatorio de los derechos conquistados y de los desafíos que aún persisten.