EsquinaRD.– Como cada 6 de noviembre, hoy la República Dominicana recuerda la promulgación de su primera Constitución, un hecho que marcó el inicio del orden institucional y selló la independencia lograda el 27 de febrero de 1844. Este año se cumplen 181 años desde que aquel documento fundacional fue firmado en San Cristóbal, cuna de la legalidad y la soberanía nacional.
La primera Carta Magna dominicana nació en un contexto de euforia y desafíos. La recién conquistada independencia requería una estructura jurídica capaz de sostener el nuevo Estado. Por ello, la Asamblea Constituyente, instalada en julio de 1844, asumió la tarea de redactar la norma suprema que definiría la organización política del país. La Junta Central Gubernativa, encabezada por Pedro Santana, fungía como gobierno provisional y tuvo una influencia decisiva en las discusiones iniciales.
El proceso fue tenso y lleno de contrastes. La proclamación de la Constitución el 6 de noviembre no fue un simple acto formal, sino el resultado de intensos debates entre liberales y conservadores sobre el alcance del poder presidencial. Santana se negó a asumir la jefatura del Estado si no contaba con atribuciones excepcionales ante posibles amenazas externas. El impasse dio origen al famoso artículo 210, que otorgaba poderes extraordinarios al presidente en tiempos de guerra.
La elección de San Cristóbal como sede de la firma tampoco fue fortuita. Aunque inicialmente se consideró el pueblo de Guerra, las limitaciones logísticas y la necesidad de un entorno más seguro inclinaron la decisión hacia San Cristóbal. Desde entonces, ese municipio quedó grabado en la memoria histórica como símbolo del nacimiento de la República.
Una Carta Magna en constante transformación
Desde su promulgación, la Constitución dominicana ha sido modificada más de 35 veces, reflejo de la evolución política y de las tensiones propias de cada época. Las primeras reformas, impulsadas por Pedro Santana y Buenaventura Báez, respondieron a intereses personales y al control del poder.
Durante el siglo XX, la dictadura de Rafael Trujillo y las prolongadas gestiones de Joaquín Balaguer marcaron nuevas etapas de centralización del poder. Tras la caída del régimen, la etapa democrática trajo consigo reformas orientadas a fortalecer la institucionalidad, aunque muchas veces motivadas por disputas políticas.
Uno de los momentos más recordados fue la reforma de 1994, resultado del llamado Pacto por la Democracia, un acuerdo surgido tras denuncias de fraude electoral y presiones sociales. Este cambio limitó la reelección presidencial e introdujo mecanismos para garantizar mayor transparencia electoral.
Sin embargo, el tema de la reelección volvió una y otra vez al debate nacional. Las reformas de 2002, 2010 y 2015 —impulsadas bajo los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana— reabrieron la posibilidad de continuidad presidencial, ajustando el texto constitucional según los intereses del momento.
En los últimos años, el presidente Luis Abinader ha promovido modificaciones enfocadas en la eficiencia del sistema político. Entre los cambios más recientes destacan la reducción del número de diputados, la unificación de los comicios nacionales y la elección del procurador general a través del Consejo Nacional de la Magistratura, medidas que buscan fortalecer la independencia institucional sin alterar las reglas de la reelección.
A 181 años de su nacimiento, la Constitución dominicana sigue siendo el espejo donde se reflejan las aspiraciones, las luchas y las tensiones de una nación que continúa redefiniéndose sobre los cimientos que San Cristóbal ayudó a construir.

