Comparten una misma isla, La Española, y una frontera de más de 390 kilómetros que los ha unido durante casi 180 años. Pero desde este viernes, el límite divisorio entre República Dominicana y Haití está completamente cerrado.
El presidente dominicano, Luis Abinader, anunció el jueves que cerraría las fronteras con su país vecino y, menos de 24 horas más tarde, la decisión estaba ejecutada.
La medida, que también afecta a las fronteras marítimas y las conexiones aéreas, implica la movilización de fuerzas policiales y militares, incluyendo el despliegue de vehículos blindados y helicópteros.
La tensión entre ambos países aumentó en los últimos tiempos, en gran parte debido a la crisis de gobernabilidad que vive Haití a causa de la acción de grupos criminales que Puerto Príncipe no ha logrado controlar.
Huyendo de esta situación, decenas de miles de haitianos cruzaron la frontera hacia Dominicana, pero en muchos casos acabaron siendo deportados por el gobierno de Abinader.
En febrero de 2022, el mandatario había inaugurado las obras para la construcción de una “verja perimetral inteligente” —una mezcla de muro de hormigón armado y estructuras metálicas— para bloquear el paso en las «áreas más pobladas y sensibles de la frontera».
“La República Dominicana no puede hacerse cargo de la crisis política y económica de ese país (Haití) ni resolver el resto de sus problemas», dijo entonces Abinader.
Sin embargo, el cierre iniciado este viernes y de duración indefinida no se relaciona tanto con el cruce de haitianos hacia Dominicana, sino a un pulso existente en torno a un recurso compartido y vital para ambos países: el agua del río Masacre.
¿Qué está ocurriendo?
Un río que une, un canal que separa
Conocido también como Dajabón, este río de 55 kilómetros de longitud ha servido como un demarcador de la frontera entre ambos países desde finales del siglo XVIII.
Hace varios años, en el lado haitiano del río se comenzó a construir un “canal de riego” para combatir la sequía en las tierras agrícolas de Maribaroux.
Según la ONG Crisis Group, las obras en ese canal se habían suspendido desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse, en julio de 2021.
Pero posteriormente, ante la inacción de las autoridades haitianas, la construcción fue retomada de forma privada por grupos agrícolas haitianos.
El gobierno de Abinader cuestiona esa obra señalando que desviará el agua del río y que amenaza tanto la seguridad como la soberanía de República Dominicana.
Santo Domingo también argumenta que se trata de una violación del Tratado de Paz y Amistad Perpetua y Arbitraje de 1929, así como otros acuerdos fronterizos suscritos por ambos países.
Representantes de ambas naciones estuvieron negociando una solución al conflicto, cuando este jueves Abinader anunció que cerraría las fronteras y se levantaría de la mesa de diálogo hasta que Haití suspenda los trabajos en el canal.
El gobierno haitiano, por su parte, afirmó en un comunicado que siempre favorecerá el diálogo y señaló que las conversaciones iban por buen camino hasta que Abinader tomó una “acción unilateral”.
Puerto Príncipe rechazó el argumento de que no tiene potestad para realizar la obra. “La República de Haití puede decidir soberanamente sobre la explotación de sus recursos naturales”, afirmó el Ejecutivo.
En ese contexto, apuntó que es necesario asegurar la irrigación de las tierras agrícolas de Maribaroux.
“El gobierno… tomará todas las medidas necesarias para proteger los intereses del pueblo haitiano”, concluyó.
«El canal o la muerte»
Pese al conflicto entre ambos países, lo cierto es que hasta este viernes no había indicios de que las obras se fueran a paralizar.
Jean Brévil Weston, líder del grupo de agricultores que trabajan en el canal, fue entrevistado por una estación de radio haitiana en la que aseguró que no se detendrían.
“Es el canal o la muerte. Estamos listos para ser enterrados junto al canal”, dijo, según la agencia de noticias AP.
Previamente, República Dominicana había suspendido la emisión de visas para los haitianos y cerrado la frontera cerca de la localidad fronteriza de Dajabón, donde muchos comerciantes haitianos acuden a realizar transacciones de compra y venta varias veces a la semana.
FUENTE: BBC MUNDO