La Semana Santa llegó este año con un silencio distinto.
Un país que normalmente aprovecha estos días para desconectarse, viajar, reencontrarse con su fe o simplemente descansar, hoy lo hace con el corazón en pausa. Porque no hay manera de ignorar lo que acaba de ocurrir. Porque no es solo un accidente. Es una herida colectiva.
Lo sucedido en Jet Set no fue una simple noticia: fue una sacudida emocional para una nación que baila el merengue como símbolo de alegría y de vida. Que celebraba a una de sus voces más queridas. Y que de repente se encontró en medio del caos, la pérdida y la tristeza.
¿Y ahora qué?
La Semana Santa siempre ha sido un espacio de introspección. Pero este 2025, más que nunca, se convierte en una invitación a parar de verdad. A hacer silencio. A sentir.
No se trata de rezar más. Ni de evitar el luto con entretenimiento.
Se trata de permitirnos estar presentes en este momento nacional con humanidad.
De mirar alrededor y reconocer que, incluso sin conocernos todos, estamos conectados por el dolor… y por la esperanza.
Pausa no es olvido
Tomarse una pausa no es indiferencia.
Es aceptar que no tenemos todas las respuestas, pero que igual podemos hacer preguntas importantes:
• ¿Estamos cuidando lo que debe ser seguro?
• ¿Estamos valorando la vida más allá del espectáculo?
• ¿Qué podemos hacer diferente como país?
Como escribió alguna vez el poeta José Mármol:
“En este país todo duele más. Hasta la alegría tiene la forma de una herida que cicatriza rápido.”
Esta Semana Santa es distinta. Y está bien.
Está bien si no quieres celebrar.
Está bien si te quedas en casa.
Está bien si necesitas llorar, escribir, desconectarte o simplemente mirar al cielo y agradecer que tú sigues aquí.
Y también está bien si decides salir, sonreír, compartir en familia. Porque la vida continúa, sí. Pero esta vez, con más conciencia.
Estamos de pie, pero no igual.
Las tragedias no se superan. Se transitan.
Y esta Semana Santa, el país entero está en camino.
Algunos con dolor. Otros con gratitud. Otros con preguntas.
Pero todos, de alguna manera, un poco más humanos.