Todo comenzó en 2006 cuando la minera Barrick Gold compró la concesión para explotar la mina de Pueblo Viejo, Cotuí, provincia Sánchez Ramírez. Con una reserva de 20 millones de onzas de oro y una inversión extranjera histórica, parecía una mina de oportunidades… pero no todo lo que brilla es oro.
Las primeras repercusiones
Ya en 2010, trabajadores y comunitarios comenzaron a protestar. ¿El motivo? Bonificaciones, despidos masivos y derechos laborales olvidados. En noviembre de ese año, más de 200 empleados despedidos alzaron la voz, exigiendo sus prestaciones laborales. La situación se volvió tan tensa que hubo 17 heridos en enfrentamientos, obligando a la minera a suspender operaciones temporalmente.
En 2016, se reportaron más conflictos laborales, esta vez ligados a despidos masivos que afectaron a cientos de empleados, aunque la cifra exacta no fue detallada en esta fuente.
El medioambiente entra al ruedo En 2012, activistas de SalvaTierra alzaron la voz: el uso de cianuro representaba un “riesgo terrible” para la salud pública y el medioambiente. Las comunidades vecinas también comenzaron a exigir empleos, obras comunitarias y respeto al entorno.
Un contrato en el ojo del huracán
Ese mismo año, con Danilo Medina en la presidencia, el Gobierno decidió renegociar el contrato fiscal con Barrick. Tras meses de tiras y aflojas, en 2013 se anunció un acuerdo que prometía US$11,600 millones para el Estado. ¿El problema? Los comunitarios seguían sin ver esos beneficios.
La historia se repite: nuevos enfrentamientos
El 9 de enero de este año: el reasentamiento de familias en El Naranjo, por la construcción de una presa de relaves, desató otra ola de conflictos. Bloqueos de carreteras, denuncias de desalojo y heridos, incluido el sacerdote Johnny. La iglesia condenó las agresiones, y la comunidad sigue protestando.
¿Y los aportes al Estado?
En 11 años, la minería generó RD$149,548.9 millones en ingresos tributarios, siendo Barrick Pueblo Viejo el mayor contribuyente. Sin embargo, las comunidades sienten que los beneficios se quedan cortos frente a los problemas ambientales y sociales.
Fuente: Listín Diario