InicioDeportes¿Por qué el round robin es el corazón del béisbol invernal dominicano?

¿Por qué el round robin es el corazón del béisbol invernal dominicano?

El round robin no siempre fue el centro de la temporada en la LIDOM. Antes de convertirse en sinónimo de drama, presión y conversación nacional, nació como una solución estructural a una liga que estaba creciendo más rápido que su formato competitivo.

Hoy, décadas después, sigue siendo la fase que define campeones, rivalidades y legados.

El origen del round robin en LIDOM

Hasta mediados de los años 80, el béisbol invernal dominicano operaba con un esquema limitado. Tras la serie regular, solo tres equipos clasificaban: el primero avanzaba directo y esperaba rival, mientras segundo y tercero disputaban una semifinal corta.

Ese modelo comenzó a mostrar grietas tras la expansión de la temporada 1983-84, cuando se incorporaron los Caimanes del Sur y los Azucareros del Este. Con seis equipos en competencia, la liga necesitaba un formato que garantizara equilibrio y mantuviera el interés del público.

De las semifinales cortas al todos contra todos

La primera respuesta fue lógica: dos semifinales al mejor de cinco juegos, enfrentando primero contra cuarto y segundo contra tercero. Funcionó parcialmente, pero no resolvía un problema clave: cómo sostener la tensión competitiva y la asistencia en una temporada más larga.

La solución llegó en la campaña 1986-87 con la implementación del round robin, un todos contra todos que inicialmente contempló nueve partidos por equipo. No fue un éxito inmediato, pero sentó las bases de un cambio profundo en la estructura del torneo.

Un formato que evolucionó en medio de crisis

Los primeros años del round robin coincidieron con una etapa compleja para la liga. La asistencia era irregular y algunas franquicias, como los Caimanes del Sur, no lograron sostenerse. Su salida tras la temporada 1989-90 obligó a LIDOM a operar durante varios años con cinco equipos.

En ese contexto, el round robin volvió a ajustarse. El calendario se amplió a 18 juegos por equipo, una decisión criticada por considerarse excesiva, pero que respondía a una lógica clara: si la serie regular no lograba enganchar al fanático, enero debía concentrar la atención.

Enero, Grandes Ligas y el salto de calidad

El calendario terminó jugando a favor del formato. El inicio del round robin cada 2 de enero coincidía con una mayor disponibilidad de jugadores dominicanos de nivel de Grandes Ligas, muchos de los cuales apenas participaban en la regular.

El resultado fue inmediato: mayor calidad en el terreno, más figuras reconocibles y una narrativa competitiva mucho más intensa. Enero dejó de ser una extensión del calendario y pasó a ser el verdadero punto de quiebre del torneo.

La consolidación del round robin como escenario de poder

La década de los noventa marcó el despegue definitivo del formato. Entre 1996 y 2009, Águilas Cibaeñas y Tigres del Licey dominaron la postemporada, convirtiendo el round robin en el espacio donde se definían jerarquías, rivalidades y campeonatos.

Ya no era una fase experimental. Era el corazón competitivo de LIDOM.

El round robin en la era digital

Hoy, en plena era de redes sociales, el round robin cumple la misma función para la que fue creado: sostener conversación, presión y expectativa. Gran parte del debate del béisbol dominicano ocurre en enero, cuando cada juego pesa, cada decisión se amplifica y cada resultado tiene consecuencias inmediatas.

El formato no nació para hacer historia.
Nació para resolver un problema.
La historia llegó después.