Pepe Mujica falleció este martes, dejando un legado que va mucho más allá de la política. Expresidente de Uruguay, exguerrillero y símbolo global de honestidad, Mujica fue durante décadas una voz crítica, humana y coherente en medio de un escenario político saturado de discursos vacíos.
¿Quién fue Pepe Mujica y por qué fue tan respetado?
José “Pepe” Mujica fue presidente de Uruguay entre 2010 y 2015. Militante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, pasó más de 12 años preso durante la dictadura uruguaya, en condiciones extremas.
Tras su liberación, se convirtió en senador y, eventualmente, en jefe de Estado. Pero lo que lo hizo verdaderamente distinto no fue su cargo, sino su estilo: hablaba como el pueblo, se vestía como el pueblo y gobernaba con una filosofía sencilla y profunda.

Mujica vivía en una finca, donaba su salario y rechazó el lujo
Mientras muchos mandatarios viven rodeados de privilegios, Mujica decidió quedarse en su pequeña chacra (finca), manejar un viejo escarabajo azul y donar casi el 90% de su salario presidencial.
“Me llaman el presidente más pobre, pero no me siento pobre. Pobre es el que necesita mucho para vivir”, decía. Rechazaba los lujos porque no quería que lo distrajeran del sentido real de la política: servir.
El legado político de Pepe Mujica
Durante su mandato, Uruguay se convirtió en pionero en América Latina en temas sociales y civiles. Entre sus principales logros están:
La legalización de la marihuana (modelo estatal)
La aprobación del matrimonio igualitario
La ley de aborto legal
La reforma educativa con enfoque inclusivo
Pero más allá de las leyes, lo que más impactó fue su autoridad moral. Nunca necesitó gritar para ser escuchado.
Las frases de Mujica que marcaron una generación
Mujica era un orador atípico: hablaba pausado, pero cada palabra calaba hondo. Estas son algunas de sus frases más recordadas:
“Pobres no son los que tienen poco, sino los que quieren infinitamente más.”
“No soy pobre. Pobre es el que necesita mucho para vivir.”
“El poder no cambia a las personas, solo revela quiénes son realmente.”
Sus discursos en la ONU y otros foros internacionales se volvieron virales por su humanidad, su crítica al consumismo y su llamado a vivir con menos para ser más libres.
Un líder distinto hasta el final
Pepe Mujica no vivía para las cámaras, vivía para servir. Y se fue como vivió: con dignidad y sin ruido.
Hoy América Latina despide a un líder diferente. Uno que no usó el poder para enriquecerse, sino para inspirar. Su legado no está solo en leyes, sino en conciencia. Pepe Mujica no solo fue un presidente. Fue, para muchos, una esperanza encarnada en persona.