PUERTO PRÍNCIPE, Haití — Pandillas fuertemente armadas intentaron tomar el control del principal aeropuerto internacional de Haití el lunes, intercambiando disparos con policías y soldados en el ataque más reciente contra importantes instalaciones gubernamentales como parte de en un estallido en la violencia que incluye un escape masivo de las cárceles del país.
Aeropuerto de Haití
El Aeropuerto Internacional Toussaint Louverture se encontraba cerrado al momento del ataque, y no había aviones en operación ni pasajeros en el lugar.
Periodistas de The Associated Press vieron un camión blindado desde donde se efectuaban disparos contra los pandilleros en un intento por impedirles el ingreso a los terrenos del aeropuerto mientras un gran número de empleados huían de las balas. Se trata del mayor ataque al aeropuerto en la historia de Haití.
Como parte de la ola de violencia, el aeropuerto fue alcanzado la semana pasada por algunos disparos, pero los pandilleros no ingresaron a las instalaciones ni intentaron tomar el control del lugar.
El ataque ocurrió apenas horas después de que las autoridades del país impusieron un toque de queda nocturno tras una ola de violencia en la que pandilleros armados irrumpieron en los dos penales más grandes del país y liberaron a miles de reclusos durante el fin de semana.
El domingo por la noche entró en vigor un estado de emergencia por 72 horas. El gobierno indicó que intentaría detener a los reclusos que escaparon, incluidos algunos que se encontraban en un centro penitenciario en donde la gran mayoría estaban detenidos a la espera de juicio por cargos como homicidios, secuestros y otros delitos.
“Se ha ordenado a la policía que emplee todos los medios legales a su disposición para la aplicación del toque de queda y aprehender a todos los delincuentes”, indicó un comunicado del ministro de Finanzas, Patrick Boivert, quien funge como primer ministro interino.
Se calcula que las pandillas ya controlan hasta el 80% de la capital Puerto Príncipe. Sus acciones son cada vez más coordinadas y eligen objetivos que antes eran impensables, como el Banco Central.
El primer ministro Ariel Henry viajó al extranjero la semana pasada para intentar recabar apoyo para un plan de despliegue de una fuerza de seguridad respaldada por Naciones Unidas, con el cual se pretende ayudar a estabilizar a Haití en su conflicto contra grupos criminales cada vez más poderosos.
La Policía Nacional del país caribeño cuenta con aproximadamente 9.000 agentes para garantizar la seguridad de más de 11 millones de habitantes, de acuerdo con la ONU. A menudo se ven desbordados y superados en armamento.
El fin de semana letal representó un nuevo hito en la espiral de violencia en Haití. Al menos nueve personas han sido asesinadas desde el jueves —cuatro de ellas policías— en ataques coordinados de las pandillas contra instituciones del Estado en Puerto Príncipe, incluidos el aeropuerto internacional del país y el estadio nacional de fútbol.
Pero el ataque contra la Penitenciaría Nacional del sábado por la noche conmocionó a los haitianos, quienes están acostumbrados a vivir bajo la constante amenaza de violencia.
Casi todos los aproximadamente 4.000 reos escaparon. Tres cuerpos con heridas de bala yacían en la entrada de la prisión el domingo.
En otro vecindario, los cadáveres ensangrentados de dos hombres con las manos atadas por la espalda se encontraban boca abajo mientras los vecinos daban rodeos para esquivar las barricadas erigidas con neumáticos en llamas.
Entre las pocas decenas de personas que decidieron quedarse en la prisión estaban 18 exmilitares colombianos, acusados de trabajar como mercenarios en el asesinato del presidente haitiano Jovenel Moïse en julio de 2021.
“Por favor, por favor ayúdenos… Están masacrando la gente indiscriminadamente dentro de la celda”, dijo uno de los hombres, Francisco Uribe, en un video ampliamente compartido en redes sociales.
La cancillería colombiana pidió a Haití que prestara “especial protección» a los hombres.
Una segunda cárcel de Puerto Príncipe, en la que había unos 1.400 reos, también fue tomada.
Se reportaron disparos en varios vecindarios de la capital. Muchos de los residentes no contaban con servicio de internet; la principal red de telefonía móvil de Haití dijo que durante los actos de violencia se cortó un cable de fibra óptica.
Después de que pandilleros abrieron fuego contra el aeropuerto internacional de Haití la semana pasada, la embajada de Estados Unidos anunció la suspensión de todos los viajes oficiales al país. El domingo por la noche exhortó a todos los estadounidenses que se encuentran en territorio haitiano a salir del país lo más pronto posible.
El gobierno del presidente estadounidense Joe Biden —que se ha negado a aportar efectivos para alguna fuerza multinacional para Haití, pero sí ha ofrecido dinero y apoyo logístico— dijo que sigue de cerca con mucha preocupación el rápido deterioro de la situación de seguridad.
El incremento en los ataques se produce después de protestas que se tornaron letales en días recientes luego de que el primer ministro viajó a Kenia para intentar impulsar la misión de seguridad respaldada por la ONU, la cual sería encabezada por ese país del este de África.
Henry asumió el puesto de primer ministro tras el asesinato de Moïse y ha postergado planes para llevar a cabo elecciones parlamentarias y presidenciales, que no se han realizado en casi una década en el país.
Jimmy Chérizier, un exagente de la policía de élite conocido como Barbecue que ahora dirige una coalición de pandillas, se atribuyó la oleada de ataques. Señaló que el objetivo es capturar al jefe de policía y a los ministros del gobierno de Haití e impedir el regreso de Henry.
El primer ministro, neurocirujano de profesión, ha rechazado los llamados para que renuncie al cargo, y no comentó cuando se le preguntó si sentía que era seguro regresar a Haití.