CIUDAD DE MÉXICO — Los mexicanos votaban el domingo con la vista puesta en tener por primera vez a una mujer en la presidencia en una jornada marcada por la preocupación por la violencia y en las que se enfrentan dos modelos políticos antagónicos.
Las elecciones se consideran un referéndum de la administración de Andrés Manuel López Obrador y la presidencia se juega entre la candidata del oficialista partido Morena, Claudia Sheinbaum, exalcaldesa de la capital, y l a opositora Xóchitl Gálvez, quien encabeza la coalición formada por un partido conservador (el PAN), uno izquierdista (el PRD) y el que gobernó México durante siete décadas del siglo XX (el PRI),
Sheinbaum representa la continuidad de modelo de López Obrador, que amplió los programas sociales pero también la militarización del país y no pudo controlar ni la inseguridad ni la impunidad ni el avance del crimen organizado.
Gálvez, por su parte, representa un cambio y ha prometido una lucha más frontal contra el crimen organizado.
El único candidato presidencial hombre es Jorge Álvarez Máynez, del pequeño partido Movimiento Ciudadano, que va en un lejano tercer lugar.
Mientras esperaban su turno, muchos votantes de distintos puntos del país mostraban su preocupación por la violencia.
“Para mí el reto mayor en la seguridad”, explicó Stephania Navarrete, de 34 años, en el barrio de San Andrés Totoltepec, en las afueras de la capital. Navarrete, un ama de casa, dijo que votaría por la oficialista y subrayó la importancia de los programas sociales pero enfatizó que los niveles de delincuencia “se dispararon”. «Obvio no culpo completamente al presidente, pero es en cierta manera su responsabilidad”, agregó.
En otro punto de la capital, Julio García, un oficinista, dijo que iba a votar por la oposición porque “hay que cambiar de rumbo” y recordó que ”a mí me han robado dos veces a punta de pistola».
Casi 100 millones de mexicanos están llamados a votar en los comicios más grandes en los que, además de la presidencia, se renovarán las dos cámaras del Congreso, nueve de las 32 gubernaturas y más de 19.000 cargos locales.
Uno de los más simbólicos es la alcaldía de la Ciudad de México, donde la izquierda gobierna desde 1997 y el oficialismo sufrió un retroceso en las elecciones de medio mandato de 2021.
Yoselin Ramírez, una comerciante de 29 que votó en un barrio de clase media que siempre privilegia a la oposición, dijo que dividió su voto porque no quiere mayorías absolutas. “No quiero que todo se ocupe con el mismo partido para que haya un poco más de igualdad”, explicó tras afirmar que para presidente prefería a Sheinbaum.
“Me emociona que una mujer pueda ser presidenta”, agregó Ramírez esperanzada en que eso pueda mejorar la situación laboral de las mexicanas.
Esa expectativa se repetía de una a otra esquina del país más allá de la afinidad política.
“A las mujeres nos ha costado muchísimo llegar a cargos públicos», indicó Evelyn Elizondo Valdez, una universitaria de 20 años que acudió por primera vez a las urnas en Xalapa, capital del estado de Veracruz. «Creo que aunque lo nieguen, Claudia sigue siendo una extensión de López Obrador, un hombre, por eso creo que es Xóchitl”.
Sheinbaum, exacadémica, apostó por no despegarse de los pasos de López Obrador, lo que le garantiza el apoyo de los sectores más populares —que son la base electoral del actual presidente— pero le dejó poco o ningún margen de maniobra para proponer ajustes a las políticas más polémicas del mandatario.
Gálvez, quien presume de haber pasado de vender gelatinas a fundar sus propias empresas tecnológicas, se presentó como la única opción para devolver la paz a los mexicanos y centró su campaña en criticar la estrategia de seguridad del presidente de “abrazos, no balazos”, que quiere atajar las causas de la violencia sin confrontación directa con los cárteles.
Más de 27.000 efectivos federales, la mayoría de la Guardia Nacional, estaban a cargo de la seguridad y la primera mitad de la jornada transcurrió pacíficamente, aunque con lentitud, en la mayoría de los aproximadamente 170.000 colegios electorales de México. En Chiapas, el estado fronterizo del sur que tiene graves problemas de violencia, hasta el 42% de los puntos de votación sufrieron retrasos.
Alrededor de 675.000 mexicanos que viven en el extranjero están registrados para votar pero en el pasado sólo un pequeño porcentaje lo ha hecho. El voto no es obligatorio en México y la participación ha rondado el 60% en las últimas elecciones.
Morena, un partido creado por López Obrador hace diez años, gobierna en 23 de los 32 estados del país y tiene mayoría simple en ambas cámaras del Congreso que ahora aspira a ampliar hasta los dos tercios necesarios para poder reformar la Constitución sin necesidad de consenso, algo que preocupa profundamente a la oposición y a los expertos.
La violencia política se ha multiplicado durante la campaña. No es algo nuevo para México, donde el crimen organizado busca condicionar a los candidatos en los estados y municipios para garantizarse el control local de las zonas donde opera. Pero este año su impacto ha sido notable con casi una treintena de aspirantes a cargos públicos asesinados y decenas de ataques, amenazas y homicidios de familiares de los políticos.
“Vine a votar para que acabe este gobierno inepto que dice que vamos bien y hay tantos muertos”, afirmó Angelina Jiménez, un ama de casa de 76 años, que llegó con muletas a un centro de votación del este de la capital, en el barrio de Iztapalapa, el más poblado de Ciudad de México.
En sur del país, los votantes también se mostraron preocupados por el gran flujo de migrantes, que consideran descontrolado. Claudia Muñoz, licenciada en Comunicación que votó en la fronteriza ciudad de Tapachula, apostó porque el nuevo gobierno ponga en marcha un “blindaje” de la porosa frontera con Guatemala.
Las urnas de la mayor parte del país cierran a las 18.00 horas (00.00 GMT) y se espera que los primeros resultados preliminares y parciales empiecen a fluir a las 21.00 horas (03.00 GMT). AP.