Járkov (Ucrania), (EFE).- Miles de empresas ucranianas se ven afectadas por los ataques rusos, con daños a sus propiedades y a sus equipos, pero sus propietarios y sus empleados intentan superar el dolor de la pérdida y luchan para recuperarse a pesar de los continuos riesgos relacionados con la guerra.
“Los rusos dicen que quieren liberarnos a nosotros, los ucranianos. Bueno, nos liberaron de nuestro negocio”, dice a Efe Oleksandr Gorovyi, en lo que era el segundo piso de la planta de producción de la que era copropietario.
Gorovyi, con su socio, desarrolló durante 27 años el “Salón de muebles comerciales” y se convirtió en uno de los mayores proveedores de muebles especializados para diversos establecimientos médicos y llegó a proporcionar el 80% de las sillas para los centros de donación de sangre del país.
El segundo piso de la instalación ha desaparecido por completo, mientras que otras habitaciones permanecen carbonizadas tras el incendio que se inició aquí tras el impacto directo de un cohete ruso. Gorovyi había logrado evacuar al copropietario y a su familia de su alojamiento adyacente y recuerda haber oído sonidos de batalla en la misma entrada de la ciudad a cientos de metros de distancia.
“El calor era tal que, aunque algunos muros permanecían en pie, los ladrillos perdieron su solidez interna por lo que hubo que derribar la mayoría. Casi todos los equipos sofisticados también se perdieron en el incendio”, dice, mientras muestra el lugar donde solían trabajar más de una docena de empleados.
Actualmente, se están llevando a cabo algunos trabajos de restauración, con el objetivo de salvar el edificio de nuevos daños que puede causar el invierno.
El Estado ofrece subvenciones por valor de hasta 250.000 grivnas (6,200 euros) para apoyar a las empresas. Esto no cubriría ni siquiera los costes de conservación de lo que queda del edificio, afirma Gorovyi, cuyo coste se estima en 2 millones de grivnas (50.000 euros).
La empresa ha reiniciado la producción en otras instalaciones de Járkiv y puede ofrecer la misma gama de productos que antes de la invasión. El problema es que la demanda ha caído drásticamente, especialmente en el este del país, que fue el más afectado por la invasión.
“No es posible predecir ni planificar nada, ya que los pedidos van y vienen sin tendencias claras”, subraya Gorovyi.
La empresa de Gorovyi es una de las muchas miles que tuvieron que detener sus operaciones o reducirlas significativamente en Járkiv cuando la ciudad fue atacada y vio gravemente dañado su papel como importante centro comercial regional.
Dado que la frontera rusa y la línea de frente activa se encuentran a sólo decenas de kilómetros de distancia, el acceso a préstamos bancarios y subvenciones de las agencias de reconstrucción sigue cerrado. La catastrófica caída de la demanda y los daños causados por los ataques han agotado los recursos financieros de muchos empresarios.
Cientos de pequeños negocios, como cafés y tiendas, permanecen cerrados en el mismo centro de la ciudad, así como en los distritos más bombardeados, como el norte de Saltivka.
Aun así, las empresas que sobrevivieron se están adaptando, tanto en Járkiv como en el resto del país. Alrededor del 76% de las empresas considera que su situación financiera es «satisfactoria» y más del 40% cree en cambios positivos dentro de los próximos seis meses, según una encuesta del Instituto de Estudios Económicos de Kiev.
Para Gorovyi, reactivar la empresa es la única opción. Ahora supervisa su reconstrucción en nombre del fundador de la empresa, quien, según afirma, todavía está entumecido por el dolor.
Según Gorovyi su socio, de 70 años, siempre le había ayudado a él y a otros miembros del personal y se quedó sin recursos para financiar la recuperación, habiendo perdido también su casa.
“Me toca a mí ayudarle”, dice a Efe sonriendo con tristeza.