El Vaticano dio este viernes una señal clara de que el proceso para elegir al nuevo papa ha entrado en su recta final: trabajadores comenzaron a instalar la emblemática chimenea en el techo de la Capilla Sixtina, el conducto por el que saldrá humo blanco o negro durante el cónclave que inicia el próximo 7 de mayo.
¿Por qué una chimenea?
El conducto metálico que corona la Capilla Sixtina es mucho más que un símbolo. Desde ahí se informará al mundo si los cardenales han alcanzado un acuerdo: humo blanco significa que hay nuevo papa; humo negro, que las votaciones siguen sin resultado. La tradición se remonta a siglos atrás, pero incluye también una mezcla moderna: productos químicos que permiten distinguir claramente el color del humo.
Una elección histórica tras la muerte de Francisco
El cónclave será convocado oficialmente tras el fallecimiento del papa Francisco. Participarán cardenales electores menores de 80 años, quienes deberán alcanzar una mayoría de dos tercios para escoger al sucesor de San Pedro. Se prevé que la elección se lleve a cabo en un ambiente cargado de expectativa global y reflexiones sobre el legado de Francisco.
Durante los días previos, los cardenales han sostenido congregaciones generales, donde se discuten los desafíos actuales de la Iglesia: desde la caída de vocaciones hasta la reforma de las finanzas vaticanas, sin dejar de lado los escándalos por abusos y la creciente desconexión con las nuevas generaciones.
Alta tecnología para evitar filtraciones
Este año, el Vaticano ha elevado la seguridad a niveles sin precedentes. Según reveló el diario Corriere Della Sera, la Capilla Sixtina ha sido convertida en una “zona cero” digital. Se han instalado bloqueadores de frecuencia (jammers) para evitar cualquier tipo de comunicación inalámbrica dentro del recinto. Celulares, relojes inteligentes y cualquier aparato electrónico estarán completamente prohibidos.
Los ventanales fueron recubiertos con láminas anti-drones y anti-láser espía, y se realizaron barridos electrónicos para detectar micrófonos ocultos. Además, todo el sistema informático utilizado para gestiones internas ha sido desconectado de internet y trasladado a lugares de alta seguridad.
Un proceso sellado por el silencio… y el humo
Durante el cónclave, los cardenales vivirán en total aislamiento. Solo el humo visible desde la plaza de San Pedro marcará el ritmo del proceso. Hasta que el mundo vea la señal blanca, no habrá confirmación oficial de nada.
El nuevo papa enfrentará una Iglesia en constante transformación. Las decisiones que tome marcarán no solo el rumbo de la fe católica, sino su capacidad de adaptación a un siglo XXI cada vez más desafiante.