El huracán Rafael, de categoría 3, tocó tierra en el occidente de Cuba con vientos de hasta 185 km/h, dejando comunidades devastadas y complicando aún más la crisis energética de la isla. En Alquízar, Saraís González recuerda cómo el techo de su casa fue arrancado por la fuerza del viento mientras ella y su familia se refugiaban en el clóset. “Fue horrible, horas de terror”, comparte. «Mi bebé lloraba sin consuelo mientras mi esposo y yo tratábamos de mantenernos a salvo».
La tormenta azotó zonas como Artemisa y Mayabeque, arrasando árboles, inundando calles y colapsando estructuras. La Unión Eléctrica había anunciado una desconexión preventiva del sistema eléctrico nacional antes de la llegada de Rafael, y aunque no se han reportado víctimas mortales, las imágenes que circulan en redes muestran el alcance de los daños.
Una temporada ciclónica devastadora para Cuba
El paso de Rafael se produce solo dos semanas después de que el huracán Oscar impactara el oriente de la isla, dejando más de 30,000 evacuados y al menos ocho muertos. Aún afectadas por los apagones masivos que dejaron a la isla sin electricidad por varios días en octubre, muchas comunidades apenas tuvieron tiempo para prepararse para esta nueva tormenta.
Ante la crisis, el gobierno cubano ha movilizado recursos para ayudar a las provincias más afectadas, y la ayuda internacional no se ha hecho esperar. Canadá, México y organizaciones como UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) han enviado suministros médicos y alimentos, con la esperanza de mitigar los efectos de este último desastre y apoyar a las familias cubanas en su recuperación.
Fuente: El País