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Cuánto posee la Iglesia católica y cómo lo consiguió

Hablar del dinero que mueve la Iglesia católica es entrar en terreno resbaloso. No porque no existan datos, sino porque gran parte de su patrimonio sigue siendo un misterio. De hecho, hay una frase popular que lo resume bien: el valor del patrimonio de la Iglesia católica es uno de los grandes misterios de la fe.

Aunque desde hace unos años el Vaticano ha comenzado a publicar informes financieros, lo cierto es que hablar de “la riqueza de la Iglesia” implica mucho más que lo que ocurre en sus oficinas centrales.

¿Cuánto dinero maneja el Vaticano?

En 2021, por primera vez en la historia, la Santa Sede publicó el balance financiero de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa). Esta entidad es la encargada de gestionar propiedades e inversiones de la Iglesia. Según su informe más reciente (2023), el Vaticano tuvo ese año:

  • Un beneficio total de más de US$52 millones
  • Un aumento de activos de casi US$8 millones
  • Ingresos por alquiler de propiedades que superan los US$84 millones
  • Un beneficio neto de unos US$40 millones por esa misma vía

A esto se suma que el Banco del Vaticano, conocido como Instituto para las Obras de Religión (IOR), administra cerca de US$1,000 millones en activos, sin contar propiedades ni terrenos.

Pero hay un detalle importante: estos números sólo reflejan lo que ocurre dentro del Vaticano. El resto del mundo católico —diócesis, parroquias, congregaciones, escuelas y hospitales— maneja sus propios presupuestos, lo que hace imposible calcular con precisión la riqueza total de la Iglesia.

¿De dónde viene tanta riqueza?

Para entender cómo la Iglesia acumuló tanto patrimonio hay que remontarse al siglo IV, cuando el emperador Constantino convirtió el cristianismo en la religión oficial del Imperio romano. A partir de ahí, comenzaron las donaciones de tierras, edificios y dinero.

Durante siglos, los papas y obispos no solo fueron líderes religiosos, también jugaron roles políticos y económicos importantes. Incluso, la Iglesia llegó a controlar los llamados Estados Pontificios, territorios donde ejercía autoridad civil.

Con el tiempo, los fieles también hicieron sus aportes: desde limosnas hasta herencias. Y en el siglo XX, la historia dio otro giro cuando el dictador italiano Benito Mussolini, a través del Tratado de Letrán en 1929, entregó una gran suma de dinero al Vaticano como compensación por tierras que el Estado italiano había expropiado.

Propiedades, arte y turismo

Hoy, la Iglesia católica es considerada uno de los mayores propietarios de tierras del mundo. El Instituto de Estudios de las Religiones y la Laicidad estima que posee entre 71 y 81 millones de hectáreas, repartidas entre templos, escuelas, hospitales, monasterios y terrenos rurales.

Dentro del Vaticano también se encuentran algunos de los museos más visitados del mundo, como los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina, que generan millones de dólares al año por entradas. Además, la Santa Sede gana dinero con la venta de sellos, monedas conmemorativas, libros, y donaciones directas como el famoso Óbolo de San Pedro.

Otra parte de sus ingresos proviene de inversiones financieras y del alquiler de miles de propiedades en países como Italia, Francia, Suiza y Reino Unido.

¿Y todo ese dinero se puede usar libremente?

No necesariamente. La mayoría del patrimonio artístico y cultural del Vaticano es considerado «intangibles», lo que significa que no puede venderse ni utilizarse para fines comerciales. A eso se suman las restricciones legales y religiosas sobre el uso de ciertas propiedades o fondos.

Entonces… ¿cuán rica es la Iglesia?

Es difícil ponerle un número exacto. Lo que sí se sabe es que su poder económico viene de siglos de historia, alianzas políticas, aportes de fieles y una extensa red de bienes materiales y financieros en todo el mundo. Y aunque el papa Francisco ha impulsó políticas de mayor transparencia, las finanzas de la Iglesia siguen siendo, en gran parte, un territorio complejo y descentralizado.

Tomado de BBC Mundo