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Conoce a Claudia Sheinbaum, la destacada científica que hará historia como la primera presidenta de México

De la muchedumbre salió una estudiante de Física de 24 años. «Yo», dijo, entre los cánticos de «¡huelga, huelga!»

La joven se subió al techo del emblemático edificio, puso el pendón e inauguró una nueva protesta contra el neoliberalismo que por entonces, en medio de una crisis económica, se afianzaba en México y empezaba a asomarse en la universidad más grande de América Latina.

Casi 40 años después, esa vehemente estudiante acaba de ganar las elecciones para la presidencia de México. Se llama Claudia Sheinbaum Pardo. Muchos mexicanos le dicen «Claudia», a secas. 
Tiene 61 años, dos hijos, una maestría y un doctorado. Fue alcaldesa de la CDMX. Y desde el 1 de octubre será la primera jefa de Estado en la historia del país.

«Siempre he sido así, muy aventada», le dijo sobre aquella protesta al periodista Arturo Cano, que en 2023 publicó una biografía. «Ya no tanto, ya tengo más responsabilidades», añadió Sheinbaum.

Su amiga, asesora y colega Diana Alarcón explica: «No es que haya dejado de ser rebelde. Es que cambió el lugar donde está, su posición en el movimiento, pero no cambió la convicción que asumió desde muy chiquita de luchar por la gente».

Ese lugar será ahora la presidencia de un país de 130 millones de habitantes con 36% de pobreza, una extensa frontera con Estados Unidos, una tasa alarmante de feminicidios y parcialmente sometido por el crimen organizado.

Un país que viene de ser gobernado por un hábil político que termina su mandato con 60% de aprobación, una economía estable y cierta sensación de optimismo entre las mayorías: Andrés Manuel López Obrador.

La popularidad de AMLO, como le conocen en México, explica parte de la holgura con que ganó Sheinbaum, que superó a Xóchilt Gálvez por más de 30 puntos porcentuales y será, probablemente, la candidata más votada de la historia, con más de 30 millones de votos.

Pero Sheinbaum, además de ser una pieza clave del proyecto obradorista, de la llamada Cuarta Transformación, es una rigurosa científica que ha aplicado sus laureadas investigaciones en exitosas políticas públicas.

De dónde viene

Sheinbaum nació el 24 de junio de 1962 en CDMX.

Su papá, Carlos Sheinbaum, era un empresario y químico cuyos padres, judíos asquenazí, llegaron de Lituania a México en 1920. Su mamá, Annie Pardo, es una bióloga y doctora cuyos padres, judíos sefardíes, llegaron de Bulgaria en 1940.

Ambos, hijos de judíos perseguidos. Ambos, militantes izquierda en la UNAM. Ambos, pioneros en sus labores científicas.

Pardo, de hecho, recibió en 2022 el Premio Nacional de Ciencia por sus aportes a la biología celular.

Claudia creció en Tlalpan, un barrio de clase media-alta del sur de la capital, entre canciones de protesta, reuniones con artistas internacionales y clases de ballet y bombo argentino.

Cuenta que desayunaba, almorzaba y cenaba hablando de política, y que iba con sus padres a la cárcel a visitar a sus amigos presos por la militancia.

Fue a un colegio laico, de expatriados, que promueve la autonomía de los estudiantes: el Manuel Bartolomé Cossío.

Y desarrolló una personalidad meticulosa, organizada, enérgica, que busca comprobar sus ideas antes de sacar conclusiones y da órdenes sin eufemismos ni rodeos. Se despierta todos los días a las 4:00 a.m.

No es que tomó algunas clases: Claudia Sheinbaum dedicó años de su niñez a bailar ballet.

«Es tímida, por eso puede pasar por seria, pero una vez te sientas con ella es cálida, chistosa y empática», dice Alarcón. Facetas que durante la campaña quiso pronunciar.

«Soy hija del 68», suele decir ella, en referencia al movimiento de protesta global del que sus padres participaron.

Y así como los 60, los años 80 fueron un momento clave para México: se consolidaba el modelo neoliberal, que para muchos se traduciría en desigualdad y pobreza, y los escándalos de corrupción empezaban a azotar el poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernaba desde 1917.

Sheinbaum mantuvo un pie en la militancia, donde conoció a Carlos Ímaz, un político del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PDR) con el que se casó en 1987, y otro en la academia, donde hizo una maestría y un doctorado en Ingeniería Energética y Ambiental y firmó varias tesis, entre ellas una sobre el uso eficiente de estufas de leña en comunidades rurales.

En 1995, la familia se trasladó a California, donde él cursó un doctorado en Educación y ella terminó el suyo. Allí consolidaron el perfil cosmopolita, educado, de inglés fluido, en el que crecieron y en el que criaron a sus hijos, que hoy son cineasta y profesora de historia.

Se separaron en 2016 y siete años después Claudia se casó con Jesús María Tarriba, su novio de la universidad con quien se reencontró por Facebook, y que como ella es físico, de izquierda y está vinculado a la gestión pública: es funcionario del Banco de México.

«Es una mujer muy intensa, muy interesante, muy empática«, ha dicho Tarriba sobre ella.

El Día