Santo Domingo. – El Perú volvió a vivir una jornada de vértigo político. En una sesión calificada como “exprés”, el Congreso destituyó a la presidenta Dina Boluarte tras declarar su “permanente incapacidad moral” para seguir en el cargo. La medida fue aprobada con 122 votos a favor de los 130 congresistas presentes, superando con amplitud el mínimo de 87 requerido para hacer efectiva la vacancia.
Una caída acelerada
Con la votación, Boluarte se convirtió en la séptima mandataria peruana destituida en los últimos nueve años, una cifra que refleja la inestabilidad institucional que desde 2016 ha impedido a cualquier presidente completar su mandato.
La decisión fue anunciada por el titular del Congreso, José Jerí, quien asumió de inmediato la jefatura del Estado de manera interina, mientras se define la transición constitucional.
Boluarte, que llegó al poder en diciembre de 2022 tras la destitución de Pedro Castillo, enfrentaba una ola de descontento popular por el aumento de la inseguridad ciudadana y la crisis económica, además de una larga lista de denuncias judiciales y mociones de censura.


El giro político y el voto abrumador
El proceso de vacancia se aceleró en cuestión de horas. Cuatro mociones presentadas en la víspera coincidían en señalar la incapacidad del Ejecutivo para responder a la expansión del crimen organizado y la violencia en las principales ciudades del país.
Paradójicamente, la mayoría de los votos provinieron de los mismos bloques conservadores que habían sostenido a Boluarte desde su llegada al poder, pero que terminaron impulsando su salida a menos de seis meses de las elecciones generales convocadas para abril de 2026.
Un liderazgo que se derrumba
Boluarte fue la primera mujer en gobernar el Perú, y durante meses se presentó como un símbolo de continuidad institucional. Sin embargo, el desgaste político y su baja aprobación —que llegó a apenas 3 % según encuestas recientes— la dejaron sin respaldo parlamentario ni social.
Aislada y sin acudir al hemiciclo para defenderse, permaneció en Palacio de Gobierno hasta la confirmación de su destitución. Durante las horas finales de su gestión, circularon rumores sobre un posible pedido de asilo diplomático, aunque su entorno lo negó.
El país ante otro relevo incierto
Con la juramentación de José Jerí, el Parlamento toma nuevamente el control del Ejecutivo en medio de una profunda crisis de legitimidad. El nuevo mandatario, de 38 años, deberá encabezar la transición hasta los comicios de 2026, en un escenario donde el desgaste del sistema político y la desconfianza ciudadana marcan el pulso del país.
Una vez más, Perú enfrenta la paradoja de una democracia que cambia de presidente, pero no de rumbo: un ciclo de inestabilidad que parece repetirse, entre destituciones relámpago, fracturas internas y una ciudadanía que aún busca confianza en sus instituciones.