Washington.- En aguas internacionales del Pacífico Oriental, Estados Unidos volvió a disparar primero. El Comando Sur ejecutó un nuevo ataque contra una lancha que se vinculó al narcotráfico, dejando dos tripulantes muertos dentro del operativo conocido como “Lanza del Sur”.
La acción se suma a una serie de intervenciones que Washington viene realizando fuera de su territorio, con el argumento de frenar rutas marítimas usadas para el tráfico de drogas.
Un ataque que quedó grabado
El propio Comando Sur difundió el video del ataque en su cuenta oficial de X. En la publicación, identificó a los fallecidos como hombres y los calificó de “narcoterroristas”, sin ofrecer identidades ni detallar la carga que transportaba la embarcación.
Como en operativos anteriores, las fuerzas estadounidenses indicaron que la acción contó con autorización directa del secretario de Guerra, Pete Hegseth, siguiendo los protocolos internos de esa campaña militar.
Una operación que deja números, no nombres
Estados Unidos afirma haber eliminado más de 30 lanchas en operativos similares y haber causado la muerte de más de un centenar de personas. Sin embargo, no ha divulgado datos sobre las identidades de los tripulantes ni sobre la cantidad de drogas incautadas.
Esa falta de detalles mantiene el debate abierto sobre el alcance real de los resultados y las consecuencias humanas de estas acciones en alta mar.
La estrategia estadounidense no ha pasado desapercibida. Una familia colombiana presentó una denuncia por un operativo ocurrido en septiembre, asegurando que un pescador murió durante una de estas intervenciones en el Pacífico Oriental.
El caso es representado por el abogado del presidente colombiano Gustavo Petro, y ha reavivado críticas sobre el uso de fuerza letal en aguas internacionales.
Un contexto político tenso
Este nuevo ataque ocurre apenas una semana después de declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump, quien sugirió que el mandatario venezolano Nicolás Maduro “haría bien” en dejar el poder y calificó a Petro como un “alborotador”.
Las palabras y las balas coinciden en el tiempo, alimentando tensiones políticas mientras la operación militar continúa su curso.

