El expresidente peruano Alberto Fujimori falleció este miércoles a los 86 años en su hogar de San Borja, donde pasó sus últimos días rodeado de su familia.
Su deceso ocurrió poco después de haber sido liberado del penal de Barbadillo tras el restablecimiento de su indulto humanitario en 2017, una medida que marcó su retorno a la vida fuera de prisión después de años de encarcelamiento.
Fujimori, que gobernó Perú de 1990 a 2000, es recordado por su papel en la transformación económica y su lucha contra el terrorismo, pero también por su controversial régimen autoritario. Su administración, que inicialmente prometió estabilidad y reformas, evolucionó hacia un gobierno cada vez más autoritario tras un autogolpe en 1992.
Esta acción le permitió disolver el Congreso y el Poder Judicial, y posteriormente, en 1993, convocó a la formación de una nueva Constitución que aún rige el país.
Durante su mandato, Fujimori enfrentó serias acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos. Su gobierno estuvo marcado por la formación de una vasta red de corrupción, encabezada por su asesor Vladimiro Montesinos, y por la represión de opositores y grupos insurgentes.
Igualmente, su administración se caracterizó por violaciones graves a los derechos humanos, entre las que se encuentran las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta, por las cuales fue finalmente condenado en 2009 a 25 años de prisión.
Tras su renuncia en el año 2000, Fujimori vivió en Japón hasta su extradición a Perú en 2007. Aunque recibió un indulto humanitario en 2017 por parte del entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, su condena nunca fue anulada y en 2018, la Corte Suprema anuló dicho indulto, aunque en diciembre de ese mismo año, el Tribunal Constitucional ordenó su liberación.
El legado de Alberto Fujimori es objeto de intensos debates en Perú, reflejando una mezcla de logros en términos de estabilidad económica y profundas controversias relacionadas con corrupción y abusos de poder.