Recientemente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió al anunciar el lanzamiento de una nueva «visa dorada» para extranjeros adinerados que les otorgará el derecho a vivir y trabajar en el país, además de abrir la puerta a la ciudadanía, a cambio de una inversión de US$5 millones. Este plan busca atraer a inversores millonarios, en medio de las tensiones por la migración ilegal. Sin embargo, el programa también abre una serie de interrogantes sobre los beneficios y riesgos de este tipo de iniciativas.
Las «visas doradas» han sido adoptadas por muchos países a lo largo de los años. Si bien estos programas están pensados para atraer capital extranjero, algunos gobiernos han decidido poner fin o ajustar sus políticas ante preocupaciones sobre seguridad, corrupción o la presión social que ejercen sobre el mercado inmobiliario local. Este tipo de visas ofrece residencia o incluso ciudadanía a cambio de una inversión económica, normalmente en propiedades, fondos de inversión, o donaciones a proyectos aprobados por los gobiernos.
Los países que lideran el mercado de las visas doradas
De acuerdo con el Índice de Programas de Ciudadanía Global 2025 de Henley & Partners, Malta encabeza el ranking de las visas doradas con derecho a ciudadanía. La isla mediterránea ha sido un destino popular durante años debido a su atractiva oferta para los millonarios que buscan nuevos horizontes. En segundo lugar se encuentra Austria, que exige una contribución sustancial a su economía para otorgar la ciudadanía, mientras que el tercer y cuarto lugar lo ocupan dos islas caribeñas: Granada y Antigua y Barbuda.
El ranking también destaca a otros países que, aunque no ofrecen ciudadanía, sí proporcionan una residencia valiosa para los inversionistas. Grecia, por ejemplo, lidera el Índice de Programas de Residencia Global 2025, ofreciendo visas doradas a cambio de inversiones inmobiliarias a partir de los 250,000 euros, un monto significativamente menor que el de otros destinos europeos. Grecia se ha convertido en uno de los destinos más atractivos luego de que España anunciara el fin de su programa de visas doradas.
En el Caribe, países como Dominica y Turquía también figuran entre las mejores opciones, ya que ofrecen procesos relativamente rápidos y opciones accesibles para quienes buscan una nueva vida.
Las opciones en América Latina
Mientras que Europa se lleva la mayor parte de la atención, América Latina también está tomando protagonismo en el mundo de las visas doradas. Países como Panamá y Costa Rica han emergido como destinos clave para quienes buscan vivir en el continente.
En Panamá, las opciones son diversas. Los inversionistas pueden optar por diferentes caminos, como la compra de propiedades por US$300,000 o la inversión en empresas con registros específicos, o incluso depósitos a plazo fijo de hasta US$750,000. Además, quienes opten por este programa tienen la posibilidad de solicitar la ciudadanía después de cinco años de residencia.
Costa Rica, por su parte, se ha ganado una buena reputación debido a su entorno favorable para los negocios y su régimen fiscal beneficioso. En este país, los solicitantes de una visa dorada pueden invertir al menos US$150,000 en propiedades, empresas locales o en la bolsa de valores. También pueden optar quienes tengan una pensión vitalicia mensual superior a los US$1,000.
La controversia y los desafíos
A pesar de las oportunidades que brindan las visas doradas, estos programas han sido objeto de debate y controversia. Las críticas se centran principalmente en los posibles riesgos de lavado de dinero, evasión fiscal y corrupción. Organizaciones como Transparencia Internacional han pedido una mayor regulación y vigilancia sobre estos programas, advirtiendo que pueden ser utilizados por individuos en busca de evadir la ley o realizar actividades ilícitas.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también ha señalado que, si bien las visas doradas pueden contribuir al crecimiento económico, es importante que los gobiernos implementen controles adecuados para evitar que se conviertan en una puerta abierta a la delincuencia organizada.
A pesar de los riesgos, la demanda por este tipo de visas sigue siendo alta. La posibilidad de adquirir una segunda residencia o incluso ciudadanía en otro país sigue siendo una opción atractiva para aquellos con el poder adquisitivo para acceder a estos programas.
(BBC Mundo)