Santo Domingo. – René Pérez, el mismo que el mundo conoce como Residente, regresó a Sundance, pero esta vez no lo hizo cantando verdades incómodas. Llegó como actor y con una sonrisa clara, agradecido por formar parte de la película Frank and Louis.
Una vuelta que no es casualidad
Desde el set y con fotos del rodaje, Residente contó que se siente pleno por reencontrarse con el festival. Dijo que esta experiencia lo rodeó de gente con talento real, de esa que enseña sin hablar mucho y eleva el nivel del proyecto.
El artista confesó que cada día aprendió algo nuevo durante el proceso, entendiendo el cine desde adentro, sin poses ni discursos, como quien llega dispuesto a escuchar y a equivocarse para crecer.
Un personaje con nombre propio y peso emocional
Su papel se llama Julián, un nombre que no eligió al azar. Residente explicó que lo tomó prestado de su primo hermano, fallecido hace algunos años, y aseguró que lo carga consigo todos los días, dentro y fuera del set.
Esa conexión personal convirtió el personaje en algo más que actuación. Para él, se trató de memoria, respeto y presencia, una forma silenciosa de rendir homenaje sin decirlo en voz alta.
Actuar para aprender a dirigir
Mientras prepara su primera película como director, Residente decidió actuar para comprender mejor el trabajo de los intérpretes. En el camino, sin planearlo, se encontró con algo inesperado: se enamoró del oficio.
También reconoció el acompañamiento de la directora Petra Volpe, a quien agradeció por guiarlo en cada paso y por cuidarlo en la edición, logrando que el resultado final hablara bien por todos.
