Durante unos minutos, el Caesars Superdome de Nueva Orleans dejó de ser solo un estadio y se convirtió en Compton. Kendrick Lamar, el primer rapero solista en encabezar el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl, llevó consigo la esencia del hip-hop de la Costa Oeste y entregó una presentación cargada de simbolismo, mensaje y rebeldía. Con la mayor audiencia cautiva de su carrera (alrededor de 65.000 fanáticos en el Superdome y millones más en casa), la actuación de Lamar conjuró sus canciones, en su mayoría extraídas de su último álbum,
GNX.
El show arrancó con Samuel L. Jackson caracterizado como un Tío Sam satírico, quien advirtió a Lamar que no fuera “demasiado ruidoso, imprudente o de gueto”. Pero el rapero de 37 años respondió con contundencia:
«La revolución va a ser televisada. Eligieron el momento adecuado, pero a los tipos equivocados», declaró antes de lanzarse con su actuación.
Un setlist cargado de simbolismo
Con una coreografía impactante, Lamar interpretó éxitos como «squabble up», «man at the garden» y «peekaboo». Su entrada en escena fue igual de poderosa: desde un Buick GNX negro, acompañado de bailarines vestidos con los colores de la bandera de EE.UU., formando estrellas y franjas, mientras él se posicionaba justo en la «rasgadura» de la bandera.
¿Cantó “Not Like Us”?
El momento más esperado llegó cuando sonaron las primeras notas de «Not Like Us», pero en lugar de interpretarla, Lamar sonrió burlonamente y dejó el foco en SZA, quien cantó su verso en «Luther». Luego, ambos interpretaron «All the Stars», el tema de la banda sonora de Black Panther.
El cierre: desafiante y sin censura
Acompañado de DJ Mustard, Lamar cerró su presentación con «tv off», dejando un mensaje directo a la audiencia del Super Bowl:
«Más vale que apaguen su televisor ahora, este espectáculo no tendrá rival».
Provocador, poderoso y sin filtros. Así fue el medio tiempo de Kendrick Lamar, un show que dejó huella en la historia del Super Bowl.
