La actriz Kelley Mack, reconocida por interpretar a Addy en la serie The Walking Dead, falleció a los 33 años en su ciudad natal, Cincinnati, tras enfrentar una batalla contra un glioma del sistema nervioso central. Su muerte ocurrió el sábado 2 de agosto, según confirmó su familia a través de redes sociales.
«Una luz tan brillante y ferviente ha trascendido al más allá, adonde todos eventualmente debemos ir», escribió su hermana en la cuenta oficial de Instagram de la actriz.
Mack también participó en otras producciones televisivas como Chicago Med y 9-1-1. Su carisma, talento y energía positiva la convirtieron en una figura querida por colegas y fanáticos.
Reacciones en redes sociales
En redes, actores y seguidores expresaron su pesar por la pérdida. Alanna Masterson, también actriz de The Walking Dead, escribió:
“¡Qué persona tan increíble! Estoy muy orgullosa de haber luchado junto a ella en nuestro último episodio juntas”.
Una lucha contra el cáncer cerebral
En enero de este año, Mack reveló que le habían diagnosticado un glioma difuso de línea media, un tumor cerebral agresivo que afecta el tronco encefálico y la médula espinal. Según contó, todo comenzó con dolores en la parte baja de la espalda y punzadas en las piernas. Posteriormente, perdió la movilidad de su pierna derecha y parcialmente de la izquierda, por lo que utilizaba una silla de ruedas.
A pesar de los desafíos, Mack compartió su proceso con franqueza y valentía, recibiendo el apoyo constante de sus seguidores.
Familia y legado
A Kelley Mack le sobreviven sus padres, Kristen y Lindsay Klebenow; su hermana Kathryn, su hermano Parker, sus abuelos Lois y Larry Klebenow, y su novio Logan Lanier.
Su legado quedará grabado no solo en la pantalla, sino también en el corazón de quienes la conocieron.