Contener la inflación ha sido la obsesión de gobiernos de todo el mundo durante al menos los dos últimos años.
Pero todo este tiempo ha habido una excepción: Japón.
Mientras los bancos centrales en todo el mundo subían sus tipos de interés para frenar la inflación al alza y su impacto en el poder adquisitivo y las condiciones de vida de la gente, el Banco de Japón los mantenía negativos en busca de conseguir justo lo contrario: que subieran los precios.
Por esa razón, Japón ha sido el único país de un mundo golpeado por la inflación con los tipos de interés en negativo; es decir, por debajo de cero.
Ese día, el Banco de Japón anunció la subida de los tipos oficiales de interés, que pasan del -0,1% a entre 0 y 0,1%, un cambio mínimo pero que supone atravesar la frontera de los tipos negativos
La excepción japonesa que ahora termina se debía al empeño de sus autoridades en estimular su economía, lastrada durante años por un contexto de bajo crecimiento que tenía su reflejo en unos precios persistentemente a la baja, entre otros indicadores.
El consenso entre los economistas establece que en una economía saludable los precios no deben bajar sino subir moderadamente. Los principales bancos centrales del mundo tienen como objetivo que lo hagan en torno a un 2%.
Pero evitar que los precios cayeran ha sido durante largo tiempo un objetivo esquivo para los responsables de la economía japonesa.
«Japón fue uno de los pocos que ensayó los tipos de interés negativos; otros de los que habían recurrido a ellos, como el Banco de Inglaterra o el Banco Central Europeo, los abandonaron hace tiempo», explica en conversación con BBC Mundo Ken Kutnner, experto en la economía japonesa de la Universidad de Massachusetts, en Estados Unidos.
El abandono de la política «ultralaxa» del Banco de Japón, que tenía en los tipos negativos uno de sus más relevantes instrumentos, supone un antes y un después para la tercera economía más grande del mundo, que entra ahora en un nuevo escenario.
En qué consisten los tipos de interés negativos
El establecimiento de tipos de interés negativos es una medida heterodoxa y considerada radical que implica que, en lugar de recibir intereses por el dinero depositado en los bancos, lo más habitual, los depositantes tienen que pagar intereses por mantener esos fondos.
El objetivo es incentivar que el dinero se mueva, favoreciendo la inversión y el consumo en detrimento del ahorro.
Aunque en la práctica no se aplicaba a los ahorros del común de los japoneses, sí afectaba a los bancos y otras entidades financieras, que se veían penalizados si no movilizaban sus fondos por la vía de créditos, inversiones y gasto.
Por qué se abandonan ahora los tipos de interés negativos
La inflación mundial ha estado persistentemente al alza en los últimos años, alimentada por las inyecciones de dinero público con las que los gobiernos trataron de mantener en pie a familias y empresas durante la pandemia de covid -19 y los problemas en la cadena de suministro, agravados en mercancías claves, como el petróleo y los cereales, desde el inicio en 2022 de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Aunque los efectos se han sentido más lenta y suavemente en Japón por las características de su economía, el Banco Central llevaba tiempo indicando que se avecinaba una subida de los tipos de interés.
Su gobernador, Kazuo Ueda, insistió en la necesidad de alcanzar un «ciclo virtuoso» en el que las subidas de los precios llegaran acompañadas de aumentos de los salarios.
Después de mucho tiempo de deflación, los precios llevan más de un año subiendo más del objetivo ideal del 2%, lo que ha animado a las empresas japonesas a aceptar subidas salariales en torno al 5% en los convenios colectivos para este año.
En la misma línea, las previsiones de crecimiento del PIB han sido revisadas al alza y un reciente informe del Fondo Monetario Internacional indicó que la inflación en Japón se debe ahora a un aumento de la demanda, algo especialmente alentador cuando se trata de unos consumidores tan tradicionalmente reticentes a gastar como los japoneses.
Todo ello llevó a los responsables del Banco de Japón a la convicción de que «el ciclo virtuoso» de Ueda «se volvió más sólido» y resolvieron cruzar por fin el umbral del cero en los tipos de interés.
La decisión y el momento en que se adopta ponen de manifiesto las particularidades de la economía nipona.
Mientras que en casi todo el resto del mundo las autoridades monetarias han decidido en los últimos años pisar agresivamente el freno de la economía y subir sostenidamente los tipos, en Japón solo ahora se han decidido al menos a levantar el pie del acelerador.
Según Kuttner, «a Japón le llevó mucho más tiempo que a otros países industrializados poner fin a las políticas expansivas que siguieron a la pandemia, en parte porque el Banco de Japón ya intentó endurecer su política monetaria ultralaxa a comienzos de los 2000 y en 2006, y en ambas ocasiones resultó ser un error que tuvieron que rectificar rápidamente».
«Sospecho que esta vez quisieron estar seguros del todo antes de empezar a subir los tipos», asegura el experto.
Por qué se adoptaron tipos de interés negativos
Fue la Gran Recesión que recorrió el mundo en 2008 lo que condujo a que los responsables de la política económica en todo el globo empezaran a contemplar una medida inusual y extrema como el establecimiento de tipos de interés negativo.
Entonces se pensó que incentivar el movimiento del dinero y la inversión favorecería el crecimiento de las economías desarrolladas, que habían entrado en una fase de contracción y estancamiento.
Así, el Banco Central Europeo, que gobierna el euro, el Banco de Inglaterra, el de Suecia y algunos otros fijaron los tipos por debajo de cero, algo difícil de imaginar antes de la crisis.
En Japón no fue hasta 2016 cuando los tipos entraron en territorio negativo, pero las razones del débil o nulo crecimiento de su Producto Interno Bruto y su persistente y dañina deflación venían incluso de antes de la crisis.
El país había perdido gran parte del dinamismo que lo caracterizó tras la Segunda Guerra Mundial, cuando experimentó un drástico desarrollo industrial y tecnológico.
A partir de la década de 1990, comenzó a sufrir una especie de anemia económica que los expertos han atribuido a diversos factores.
Con una población muy envejecida y más preocupada por ahorrar que por consumir, las empresas japonesas se vieron abocadas a competir en una constante espiral de precios a la baja que mermó su capacidad de generar beneficios y, en consecuencia, invertir.
Esa fue la tónica hasta 2013, cuando el entonces primer ministro, Abe Shinzo, puso en marcha un ambicioso programa para revitalizar la economía y el Banco Central comenzó a disparar un «bazooka de estímulos» de los que los más destacados fueron la reducción de los tipos y la compra de bonos emitidos por el gobierno.
Qué resultado dieron los tipos de interés negativos en Japón
Los economistas hacen un balance global contradictorio de los tipos de interés negativos.
Un repaso a los artículos académicos publicados sobre el tema no lleva a una conclusión definitiva, ni siquiera en el caso de Japón, donde han estado en vigor más tiempo que en ningún otro lugar del mundo.
La mayoría de expertos coinciden en que por sí solos no bastaron para elevar el crecimiento económico, que era el objetivo prioritario cuando se establecieron.
Efectos claros fueron una pérdida de valor del yen, la moneda japonesa, lo que permitió al país abaratar sus exportaciones y aumentar su competitividad, y la rebaja en los costos de financiación del Estado, que pagaba menos intereses por la deuda que emitía.
Pero, de la misma manera, un yen más débil afectó negativamente la capacidad de compra de las familias y compañías japonesas.
Qué impacto tendrá el abandono de los tipos negativos en Japón
Siempre que suben los tipos en cualquier economía hay ganadores y perdedores.
En Japón, el gobierno tendrá que hacer frente a mayores costos para pagar su deuda, mientras que quienes estén pagando una hipoteca verán iuna subida en los intereses del préstamo.
Y mientras los bancos obtendrán más ganancias de los créditos que concedan, compañías y familias encontrarán más costoso acceder a ellos.
En cualquier caso, la mayoría de los analistas y la moderada reacción de los mercados al anuncio de la subida de tipos hacen pensar que no tendrá efectos drásticos ni exagerados en la economía.
No debe olvidarse que, aunque los tipos ya no son negativos, se mantienen en cero o muy cerca de cero, ni que el Banco de Japón ha dado muestras de que continuará con su política favorable al crecimiento económico.
Lo que nadie cree es que el Banco de Japón vaya a embarcarse en una senda sostenida de aumento de los tipos como la que ha mantenido la Reserva Federal estadounidense para contener los precios y el sobrecalentamiento de la economía.
Eso se debe a la preocupación por una posible recaída de la economía japonesa en sus más endémicos males: la deflación y la falta de crecimiento.
Como señala Kuttner, «los años de la deflación parecen haber quedado atrás, pero no podemos olvidar que fueron muchos años de eso», una conclusión que parecen compartir los responsables del Banco de Japón.