Austin, Texas.– La noche texana tuvo dueño. Max Verstappen volvió a demostrar por qué su nombre pesa tanto en la Fórmula Uno, al dominar con holgura la carrera sprint del Gran Premio de Estados Unidos, un evento breve, intenso y marcado por el caos que dejó fuera de acción a los dos monoplazas de McLaren en apenas segundos.
Choque en la primera curva

El espectáculo se torció apenas se apagaron las luces del semáforo. En la primera curva, Nico Hülkenberg (Kick Sauber) intentó una arriesgada maniobra por el interior que desencadenó una colisión múltiple. Su contacto con Oscar Piastri terminó empujando al australiano contra su compañero Lando Norris, y los sueños de McLaren se hicieron añicos antes de cerrar la primera vuelta.
Norris perdió una rueda trasera tras el impacto, mientras el monoplaza de Piastri sufrió severos daños en la suspensión. Ambos se retiraron sin opción a reanudar la carrera.
Un golpe al corazón del campeonato
El doble abandono representa un duro revés para la escudería británica, que venía liderando el campeonato con una mínima ventaja. Los ingenieros deberán trabajar contra el reloj para reconstruir los autos antes de la clasificación del domingo, mientras el campeonato toma un nuevo rumbo.
Pese al golpe, Piastri mantiene el liderato con 22 puntos sobre Norris, pero Verstappen se acerca con paso firme: ya está a 55 unidades del primer puesto, con seis Grandes Premios y dos sprints restantes en el calendario.
Un cierre neutralizado
La prueba, pautada a 19 giros, concluyó bajo régimen de coche de seguridad luego de un nuevo incidente en las vueltas finales, protagonizado por Lance Stroll (Aston Martin) y Esteban Ocon (Haas). El accidente obligó a detener la competencia y selló el dominio de Verstappen sin más sobresaltos.
El neerlandés, que partió desde la pole, mantuvo un ritmo inalcanzable y aprovechó el caos a su favor, consolidando una victoria que le devuelve impulso en su búsqueda del quinto título consecutivo.