Un hombre cayó desde el Muro Clemente de 21 pies de altura en el jardín derecho del PNC Park durante el partido del miércoles por la noche entre los Pirates de Pittsburgh y los Cubs de Chicago.
La caída ocurrió justo después de que Andrew McCutchen conectara un doble de dos carreras en la séptima entrada para poner a los Pirates al frente 4-3. Los jugadores notaron el incidente de inmediato. Varios comenzaron a hacer señas desesperadas hacia el cuerpo médico y a señalar al aficionado, que yacía inmóvil sobre la franja de advertencia.
Entrenadores de ambos equipos y personal del estadio corrieron a socorrerlo. Atendieron al hombre durante aproximadamente cinco minutos antes de subirlo a una camilla y retirarlo del terreno en un carrito.
El equipo informó, tras finalizar el juego, que trasladaron al aficionado al Hospital General de Allegheny. No ofrecieron más detalles sobre su estado.
Derek Shelton, mánager de los Pirates, y Craig Counsell, dirigente de los Cubs, notificaron de inmediato a los árbitros. “Fue impactante. Aunque estaba a unos 350 pies, verlo inmóvil mientras seguía la jugada fue desgarrador”, dijo Shelton.
La escena conmovió a todos. Jugadores de ambos equipos oraron en el campo. McCutchen sostuvo el crucifijo de su cadena mientras sacaban al hombre.
El juego no se detuvo oficialmente, pero se pausó por varios minutos mientras atendían al fanático.
Dansby Swanson, campocorto de los Cubs, no presenció la caída, pero notó la expresión de su mánager. “Vi la cara de Counsell y supe que era algo serio. Solo pudimos orar. Nunca he vivido algo así y ojalá no vuelva a ocurrir”, comentó.
El accidente revive recuerdos dolorosos. En 2015, un aficionado de los Braves murió tras caer desde la tribuna superior en Atlanta. Cuatro años antes, un bombero perdió la vida al intentar atrapar una pelota en Texas. Ambos casos provocaron revisiones en la seguridad de los estadios.
En 2022, otro espectador falleció en un partido de la NFL en Pittsburgh tras caer desde una escalera eléctrica.
El béisbol vivió una noche triste. Un momento que recuerda cuán frágil puede ser todo, incluso en medio del juego.
