Santo Domingo.- La pelota invernal llegó al punto donde no hay margen para pestañear. Quedan dos jornadas y la tabla está que arde. Dos equipos ya tienen boleto, pero el resto juega con el corazón en la mano.
Águilas y Toros ya guardaron su pase. Detrás, Escogido, Estrellas, Licey y Gigantes siguen enredados, separados por nada. Aquí no solo cuenta ganar, cada carrera anotada o permitida pesa oro.
Con empates múltiples tocando la puerta, el reglamento de la LIDOM entra al juego como protagonista. No todo se decide con batazos; también manda la matemática.
Si se arma el empate de cuatro
Cuando los cuatro quedan iguales, el primer filtro es el General Run Average. Ese orden define cruces directos, cuarto contra primero y tercero contra segundo, el mismo día, sin margen para repetir.
Los dos ganadores se montan directo en la Semifinal. Si el eso despeja el nudo, entra el promedio de carreras entre los mismos involucrados.
Hay un detalle picante, si los dos primeros son capitaleños, el líder juega en horario regular y el segundo sale cuatro horas antes. Ventajas que también juegan.
Tres equipos, distintos caminos
Si el empate es de tres por el tercer puesto, la serie particular manda primero. El que dominó avanza sin más vueltas. Si no hay claridad, el GRA decide el pase directo.
Los otros dos chocan en un juego extra, en casa del mejor posicionado. Si el empate sigue, se mira el promedio de carreras entre ellos.
Para tres igualados peleando el cuarto lugar, entra el sistema BYE. Uno descansa y los otros dos se matan. El ganador va contra el que esperó, en su estadio.
El empate más sencillo, pero no menos tenso
Si solo dos quedan iguales por el último cupo, hay juego extra al día siguiente del cierre. La sede la gana quien dominó la serie particular. Si no, manda el GRA y luego el promedio directo.
Este cierre no se juega solo con talento. Se juega con cabeza fría, bullpen corto y ojos puestos en la pizarra. En la LIDOM, una carrera hoy puede ser una eliminación mañana.

