EsquinaRD.- El juego caminaba parejo, tenso y con cara de noche larga, hasta que las Águilas decidieron romper el libreto. En el décimo episodio convirtieron la calma en avalancha para ganar 10-5 a los Gigantes del Cibao.
El partido se calentó temprano
Los Gigantes picaron delante sin pedir permiso. Aprovecharon errores, ligaron dobles oportunos y se montaron rápido 3-0. En San Francisco se sentía control, confianza y un público que pensó que la noche venía tranquila.
El conjunto amarillo respiró hondo y respondió con paciencia. Un jonrón de Durán abrió la puerta, el juego se niveló y el ambiente cambió. Cuando el empate llegó, la presión empezó a cambiar de dugout.
Un toma y dame sin pestañear
El choque entró en zona peligrosa. Gigantes volvieron a golpear, pero la ventaja duró poco. Cada carrera encontró respuesta. Nadie se escondió. El juego pidió carácter y ambos equipos lo pusieron sobre la mesa.
En el décimo, las Águilas enseñaron colmillos. Dobles, sencillos, boletos y piernas rápidas armaron un rally demoledor. Cinco carreras sin freno, lanzadores corriendo y un estadio que pasó del ruido a la resignación.
Bates encendidos, mensaje claro
Durán, Taveras y Marrero marcaron el ritmo ofensivo. Cada turno tuvo intención, cada swing tuvo sentido. Este no fue un golpe de suerte, fue ejecución pura en el momento más incómodo.
