Cuando hablamos de inteligencia artificial (IA), la mayoría de la gente no se detiene a pensar en los costos que trae consigo cada interacción. Pero, ¿sabías que un simple “por favor” o “gracias” le podría costar a las empresas detrás de los chatbots decenas de millones de dólares?
Sam Altman, CEO de OpenAI, acaba de aclarar en redes sociales que cada palabra adicional que uses con la IA (¡sí, incluso esos “por favor” y “gracias”!) incrementa los costos operativos. Y si pensabas que la IA era algo económico, piénsalo otra vez.
El lío no es solo la electricidad, sino todo lo que va detrás de cada interacción. Según Neil Johnson, físico de la Universidad George Washington, estas palabras extras son como el embalaje de un producto: innecesarias, pero siguen ocupando espacio y generando trabajo extra. Y todo eso consume más energía, que, como sabemos, no sale de la nada.
Pero claro, no todo es tan simple. Aunque desde el punto de vista económico y ambiental no sea lo más eficiente, a nivel cultural hay quienes defienden que ser educado con la IA es esencial. Después de todo, ¿acaso no estamos ya humanizando nuestras relaciones con estas máquinas? En 2019, un estudio mostró que más de la mitad de los usuarios de altavoces inteligentes como Amazon Echo o Google Home usaban «por favor» y «gracias» al interactuar con ellos.
Aunque no lo creas, tratar bien a la IA es un tema debatido desde hace años. En series como Star Trek: The Next Generation, se cuestiona si los androides, como el personaje de Data, merecen derechos. En el mundo real, la ética de cómo interactuamos con las máquinas está comenzando a ser algo de estudio serio.
El debate sigue creciendo a medida que la IA se mete más en nuestras vidas, y lo cierto es que hasta las empresas de tecnología están tomando cartas en el asunto. Este año, Anthropic, una empresa de IA, contrató a su primer investigador de bienestar, para explorar si las máquinas deberían recibir un trato más considerado.
¿Entonces, qué hacemos?
¿Seguimos siendo educados con las máquinas, sabiendo que eso nos cuesta dinero y recursos? ¿O nos olvidamos de los modales porque la IA no tiene sentimientos? En un mundo cada vez más automatizado, quizá la pregunta no sea si deberíamos ser educados, sino si deberíamos seguir pagando el precio de serlo.